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Feria del Libro

"Somos muy endogámicos, nos cuesta mucho mirar alrededor"

Charo Fernández Cotta llega contenta a la entrevista: esa mañana ha recibido una noticia que siente como una "reválida" de su debut literario, ganador el pasado noviembre del II Premio Guadalquivir de Narrativa. Carla Artés, una argentina hija de desaparecidos y secuestrada durante la dictadura militar, y su abuela, que la encontró y recuperó cuando la muchacha tenía 10 años, han leído ya Un nombre distinto (RD Editores) y "les ha encantado".

Ahora viven en España gracias a la ayuda del periodista Vicente Romero y del juez Baltasar Garzón, quienes facilitaron su huida. Las dos estarán a finales de mes en el restaurante Abades-Triana para apoyar la presentación de una novela ambientada en Manhattan, en la "evocadora" Tompkins Square -cerca de la cual vivió un par de años la autora-, y que a través de una trama "de intriga" que se inspira en los años más terribles de la guerra sucia en Argentina, propone una reflexión sobre "quiénes somos y por qué". Como aperitivo antes de ese acto, Fernández Cotta firmará hoy (de 20:00 a 21:30) ejemplares de su obra en la caseta de la librería Maymen.

-¿Cómo sintió la necesidad de escribir una novela para interrogarse sobre la identidad?

-Yo crecí entre Sevilla y Granada, donde estamos tan apegados a nuestras raíces. Somos muy endogámicos, nos gusta mirarnos el ombligo y nos cuesta mucho mirar alrededor... Y eso era lo que a mí me interesaba. Por eso en la novela hay un grupo de personas que coinciden en Manhattan, cada uno de una procedencia diferente. A partir de ahí reflexiono sobre la identidad: ¿qué ocurre cuando alguien apegado a sus raíces, a su familia, con una identidad afianzada, se encuentra en un lugar sin lazos, sin ningún tipo de vínculo con nadie, es decir, solo de verdad?

-Usted ya sabe lo que es publicar, pero ésta es su primera obra literaria. ¿Ha sido muy distinto?

-Hacía muchísimo que quería escribir una novela, pero nunca encontraba el momento por la profesión, la familia... Empecé en vacaciones y la escribí durante tres veranos. Ha sido una especie de terapia, porque te aíslas en ese mundo que vas construyendo, con tus personajes, y es de lo más enriquecedor porque no necesitas ninguna otra cosa cuando estás ahí.

-Primera novela, y premio. ¿Cómo se sintió?

-La verdad es que no lo esperaba. Y yo además me siento muy insegura respecto al resultado de la novela. Bueno, el premio ha sido simplemente una manera de asomar la cabeza. La gente no se puede imaginar la cantidad de horas que le echas a una novela, y lo dificilísimo que es venderla, publicarla y que la gente la lea. De todos modos, lo que para mí ha valido ha sido el proceso de escritura; con eso ya me conformo, eso es lo que me ha hecho feliz, todo lo demás viene por añadidura. Espero que quien la lea disfrute, por supuesto, pero es una novela que no tiene ninguna pretensión literaria. Y espero que esté correctamente escrita y que la trama funcione, pero nada más.

-¿Ni siquiera un premio ayuda a mitigar esa inseguridad?

-Pues no, porque yo pienso que entre las novelas que se presentaron al premio había otras que eran seguramente tan merecedoras de él como la mía.

-¿Seguirá escribiendo novelas?

-En la cabeza tengo tres, aunque debo ver cómo me puedo organizar para seguir ganándome la vida y encontrar tiempo para escribir más. ¡Pero no puedo hablar de ellas porque se chafan!

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