Si hay un asunto peliagudo sobre el que hay que andarse con pies de plomo a la hora de opinar, ese es el feminismo. De las meteduras de pata de la izquierda (por ejemplo, cuando apoya esa peste de los nacionalismos) se puede hablar sin mayor empacho. Y se puede hablar del cinismo de la derecha cuando, en su defensa heroica del patriotismo y la decencia, se olvida de ponerlos en práctica y nos brinda un completo repertorio de cómo hacer el golfo sin salirse de las instituciones. Se puede meter uno cuando le dé la gana en berenjenales futbolísticos, o criticar abiertamente al presidente ruso, que a lo mejor ni lee este periódico. Pero en esas otras cuestiones en las que juegan un papel determinante las preferencias sexuales, las sociologías de género y todos sus satélites hormonales, mejor no aventurarse mucho porque es terreno pantanoso.

Que se lo pregunten, si no, a esa abogada de Conil a la que el Ayuntamiento de Jerez acaba de entregar su premio Filoxera (que en el terreno de la igualdad de género vendría a ser como si en un certamen de belleza le hubieran dado el premio a la más fea.)

Y digo que es peliagudo el asunto porque feminismos los hay de muy diverso estilo. Mientras no se invente un aparato de precisión que mida con exactitud la pureza igualitaria de unas declaraciones (lo podríamos llamar el "feminómetro") se hace muy complicado decidir en estas materias porque donde unos ven machismo galopante (como se advierte en el caso de esta abogada, para quien la igualdad real entre hombres y mujeres pasa por acabar con la discriminación positiva) puede que otros vean la versión más fetén del feminismo.

En lo fundamental no parece que exista motivo de discusión, pero como el feminismo consiste en defender a las mujeres -y resulta que entre las mujeres las hay que apuestan por el amor libre, pero también las hay que van a misa todos los días- nos encontramos con un problema de representación. ¿O nadie se acuerda ya de cuando Susana Estrada se sacó una teta ante el alcalde de Madrid para defender su condición de mujer libre? ¿Encajaría algo así en los esquemas del feminismo actual? ¿Y Marisol? ¿No entendió que, para apuntalar sus derechos, lo mejor que podía hacer, recién muerto Franco, era posar desnuda para Interviú?

Las versiones del feminismo son más variadas de lo que quizás haya entendido el Ayuntamiento de Jerez. Por eso, al señalar con este premio envenenado a una mujer cuyo concepto de feminismo no coincidía con el que marca la corrección política, tal vez no se haya dado cuenta de que está entrando en una espiral. Y es que si el premio ha recaído este año sobre esta abogada, ¿no sería lo más justo que el año próximo se lo concediera a sí mismo el Ayuntamiento? ¿Por qué? Por haber denigrado a una mujer que, con tal de defender su concepto de igualdad, ha llegado a la siguiente conclusión: igual que hay hombres indeseables, hay mujeres que son unas tunantas. Pero eso no conviene decirlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios