Pensiones y más

Hay entre todas las formas de pobreza una que no soporto: la de los ancianos, quienes requieren más ayuda

Que los pobres aumentan en España no es noticia. Y en la democracia liberal-capitalista, los desahucios llegan ya a quienes, creyéndose las bobadas que cuentan los listos de la película, optaron por alquilar "como los europeos". Eso, como los europeos que no pueden comprarse un piso en sus países porque son muy caros, pero que en cuanto se jubilan se compran un apartamento en España, que son más baratos.

Hay entre todas las formas de pobreza una que no soporto: la de los ancianos. La de quienes requieren más ayuda para vivir con dignidad el último tramo de su existencia. La subida del 0´25 de las pensiones es una indignidad injustificable e inadmisible. Este sistema económico castiga siempre a los más débiles. Y, manejado por unas élites políticas y económicas dedicadas a la apropiación de las plúsvalias ajenas, que permiten las subidas de sueldo en los Parlamentos regionales de más del doce por ciento en algunos casos, o el gasto de 40.000 millones de euros para sanear las Cajas de Ahorro, que ellos previamente saquearon desde los Consejos de Administración de las mismas. ¿Alguién dijo que no hay dinero?

Las pensiones bajas, contributivas o asistenciales, deberían transformarse ya en rentas básicas de supervivencia de mil euros mensuales. Con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, si, los mismos que garantizan el cobro de los salarios de los Diputados, por ejemplo, o las subvenciones a los empresarios. Y habría que olvidar ya la cantinela que relaciona directamente la creación de puestos de trabajo con la viabilidad de las pensiones. Porque: 1º) La creación de puestos de trabajo depende del capital no del trabajador; 2º) La progresiva sustitución de la mano de obra por robots es un hecho. Los robots deberán de pagar impuestos. Pero ese es otro asunto. 3º) Se crearán empleos cada vez con sueldos más bajos. La globalización descontrolada es una fábrica de multimillonarios y multipobreza, y obliga a competir a los trabajadores de los países llamados desarrollados con los bajísimos salarios del los del tercer mundo.

No se que dirá hoy Rajoy en el Parlamento. Es igual, en el fondo. Porque mientras la estafa subsista, sus palabras carecerán de significado.

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