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Elecciones

El trozo de corazón bético de un sevillista

  • Antonio Marín Lara, sevillista acérrimo, posee dos acciones del Betis por un error de su hermano, que murió al mes y medio de comprárselas · Las conserva por cariño a él

Antonio Marín Lara odia al Betis. El alcalde de Ronda y candidato de Coalición Andalucista por Málaga a las elecciones autonómicas es un sevillista acérrimo, de los que al sonarle el móvil hace girar la cabeza de todos por el sobresalto de oír el cansino himno de los de Nervión. Pero lleva una década con 120 euros invertidos en el club rival, del que tiene dos acciones que le dan "urticaria" cada vez que las recuerda o alguien se las mienta, pero de las que no puede deshacerse.

¿Cómo es posible algo tan absurdo? No lo es tanto al saber los motivos que han llevado a un sevillista entusiasta a tener un cachito de corazón bético. Es una cuestión "sentimental", explica Marín Lara al preguntarle, por "cariño y recuerdo" a su hermano pequeño, Javier, responsable del desatino y fallecido sólo un mes y medio después de cargarle a la espalda para siempre con las benditas dos acciones.

Antes de continuar su relato, Marín Lara decide describir a su hermano -es necesario para comprender la historia-, un hombre apacible y tranquilo, a sus cosas, con su trabajo y su familia, alejado de la política y sin idea alguna de fútbol ni de las filias y fobias que despierta el balón. "A mí incluso me regañaba si tenía discusiones con unos u otros por la política, me decía, pero hombre, ¿por qué te peleas?".

Todo ocurrió cuando los clubes de fútbol, por Ley, tuvieron la obligación de transformarse en sociedad anónima deportiva, hace ahora diez años. "Yo quería tener acciones del Sevilla y le dije a Javier que fuera a la caja a comprarlas porque yo no podía", cuenta.

Su hermano, solícito, hizo el recado, pero cuando llegó no quedaba ni una del club sevillista. Entonces pensó que no había ningún problema en comprarlas del Betis.

"Oye, que no había del Sevilla, pero te he comprado dos del Betis", recuerda Marín Lara que le dijo su hermano esa mañana. "No digo lo que se me pasó por la cabeza en ese momento", exclama. Cosas de la vida, su hermano murió al mes y medio con 34 años.

"Me siguen picando cada vez que las veo", insiste. Sin embargo, Marín Lara reconoce que no puede venderlas. Ahora ha tenido que hacerlas constar en la declaración de bienes a la que están obligados todos los candidatos al Parlamento andaluz. "Qué voy a hacer, no puedo esconder lo que tengo".

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