El perfil quebrado, ese gran bloque escalonado, de la iglesia de San Mateo se presenta como uno de los elementos ineludibles de la silueta de la ciudad histórica, en medio de un paisaje urbano contaminado hace tiempo por burdas desarmonías. Las distintas alturas que dibuja su única y colosal nave parecen además un resumen perfecto para un edificio de evolución compleja, prolongada durante siglos y que nos habla de estructuras mudéjares reaprovechadas, de ambiciosos proyectos tardogóticos frustrados, de una importante reconstrucción tras los serios daños del Terremoto de Lisboa de 1755. Días de gloria y de desdicha para un templo, ahora felizmente reabierto y en continua restauración, que también guarda una rica colección de bienes muebles dentro. El primero de ellos, su monumental retablo mayor, que vino a sustituir en el setecientos a un maltrecho altar del siglo XVI, del que aún quedan algunos restos. Un modesto carpintero elevado a ingenioso arquitecto, Andrés Benítez, fue el encargado de poner el colofón, de completar con rotundas formas dinámicas y ascendentes de madera dorada una arquitectura que no se hizo sólo con piedra.

Todo esto se ha pretendido sintetizar en el ciclo de conferencias que, dedicado a San Mateo, ha sido organizado en Enero por parte del Ayuntamiento y en colaboración con la Universidad de Sevilla. La primera de las citas se produjo el pasado 11 pero continúa este jueves 18, así como los días 25 y 31. Tienen lugar todas en el Museo Arqueológico a partir de las 17:00 y concluyen con visitas guiadas al propio monumento. Los diferentes ponentes que participamos lo haremos asimismo en un libro monográfico sobre la iglesia que, si se resuelven sus actuales problemas de financiación, verá pronto la luz. Sin duda, será un complemento ideal de estas charlas, a las que, por supuesto, animo a asistir.

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