Viene a mi memoria en estos días aciagos en Cataluña, Alejandro; aquel tipo que conocí en Setcases en un viaje que hice en moto por el Pirineo hace algunos años.

Alejandro había montado un museo curiosísimo en el centro del pueblo, con objetos de todo tipo del bando republicano y del bando nacional.

Para desesperación de mi acompañante me pasé una hora y media deliciosa, hablando con Alejandro; un hombre mayor que se expresaba mal en castellano.

Una frase se me quedó grabada de aquella conversación: "Si los que nos tienen que llevar a la independencia son estos -Artur Mas presidía la Generalitat en aquel momento-, apañados estamos".

Alejando no era independentista; hablaba de manera generalizada.

Y qué razón tenía. Viendo a Artur Mas delante del juez, sin pronunciar en ningún momento la palabra referéndum, amparándose en los 40.000 voluntarios y argumentando que no se les notificó la ilegalidad del mismo, como si se tratara de la sentencia de un tribunal ordinario, cuando tal sentencia ya había sido formulada por el Constitucional, cuyas sentencias se publican en el BOE, constituye la evidencia de la baja catadura moral de Artur Mas y me atrevería a decir que de quienes le acompañan en esta aventura secesionista.

Muy catalán, impreso en el ADN de este pueblo, que es el mío, y que sabe hacer como nadie "la puta y la Ramoneta", que viene a ser algo así como la capacidad de aparentar ser honesto y ser de verdad todo lo contrario en el mismo ámbito y sin solución de continuidad.

Lo cual hace deducir, en esta ópera bufa que se han montado estos botarates a cuenta de la independencia de Cataluña, que son capaces de envalentonarse inflamando la calle a gritos de: ¡Referéndum por la independencia!, para desmentir, delante de un juez incluso, el concepto mismo: referéndum.

¡Vaya patriotas! que no lo son más que de fachada facha y del dinero.

Pregunten a los Pujol.

No hemos pasado del siglo XIX, ni de la Lliga ni Cambó, y estos tontos farsantes dicen que la democracia española está enferma.

Es verdad que lo está. La prueba de ello es que acoge y permite que botarates de esta magnitud estén donde estén y tengan la responsabilidad que tienen.

"El responsable soy yo" le dice al juez el tontolhaba. Lo dicho; de remate.

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