Cuando escribo estas letras, cumplidos de nuevo los plazos, se cruza, de nuevo, la inútil correspondencia entre Barcelona y Madrid. Los cuervos del mal agüero nos lo confirman, reproches sin salida, en una escena más del retablo de sinsentidos en los que nos tienen embarcados desde hace meses. Desgraciadamente es mucho lo que nos jugamos, gracias a oportunistas e infantiles rupturistas se pretende impugnar, sin más, el marco de convivencia más duradero de nuestra historia. De forma irresponsable e infructuosa se está provocando la fractura negando la posibilidad de la imprescindible reforma.

En España, con todas nuestras banderas, necesitamos otros debates. Estamos en un país donde el 40 por ciento de los jóvenes no tienen acceso al mercado de trabajo, en un país donde la pensión media roza los 900 euros, en un país que ocupa las mayores tasas de desigualdad de toda la OCDE, solo después de Chipre, en un país donde el Señor Montoro se permite plantear, sin que se le tuerza el gesto, que el gasto en Educación y Sanidad caerá a mínimos históricos, por debajo de 6 por ciento en Sanidad y del 4 por ciento en Educación. Nos sobran los incendios desleales que esconden los verdaderos problemas, 35 mil hectáreas en Galicia, simbólicamente, nos lo recuerda.

En Jerez no somos menos, necesitamos lluvia que limpie miasmas, hidrate calles, llene acuíferos, recibimos el desleal aguacero que nos sorprende con las pocetillas sucias. El otoño quiere representar a nuestra política local, la lluvia no cae fructífera, regular y sosegada, desbordándonos los discursos vacíos. Así de nuevo, el Partido Popular, como una desleal tromba de agua, bloquea aquello a lo que ellos mismos nos comprometieron y reaparecen, con las mismas cantinelas de polígonos y parques empresariales, ofreciendo lo que nunca hicieron en tantos años.

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