Málaga

A bordo de las naves invisibles

  • Desde el Paseo del Parque hasta la Térmica, la línea 16 de la EMT ofrece a los ojos del viajero una travesía discreta, donde el elemento humano apenas se hace notar en un río de contrastes

Son casi las 10:00 en la Glorieta de Torrijos, en el extremo del Paseo del Parque. La mañana anuncia ya otro día caluroso, casi más propio del verano que parece querer adelantarse al calendario. El autobús de las línea 16 aguarda en su parada con las puertas abiertas. Después de un par de minutos de espera, echa a andar a las 9:57. Sólo hay dos pasajeros a bordo: además del cronista, una mujer sentada en el primer asiento, el más cercano al conductor, navega en internet a través de su Iphone. Busca información sobre el anuncio que ha emitido el Ayuntamiento respecto a su intención de reducir el número de taxis en la ciudad. La mujer busca el número concreto de taxis que actualmente operan en Málaga. Encuentra el número de licencias emitidas en los últimos años y comunica la cifra en voz alta al conductor, que parece comentar el asunto con la viajera. En la segunda parada del Paseo del Parque no se incorporan pasajeros. Tampoco en la tercera, la próxima a la Plaza de la Marina. Una chiquillería vestida de uniforme escolar espera a que abran las puertas de la exposición Romanorum vita, instalada en la carpa que ocupa el centro de la plaza. Ya en la Alameda, en la parada de otro autobús, una joven con el cabello rizado teñido de rojo vierte las gotas de un colirio en su ojo izquierdo mientras se ayuda con la otra mano a mantener bien abiertos los párpados y sostiene una carpeta azul entre las piernas. En nuestra parada suben tres muchachas jóvenes. Una de ellas pregunta al chófer por una parada del trayecto, y suspira de alivio cuando el conductor, parapetado tras sus gafas de sol, le confirma que ha subido en la línea correcta. Los puestos de flores de la Alameda están radiantes, con azaleas, claveles y calas que bullen de color.

En la parada instalada junto a Hacienda suben otros tres usuarios. Dos escuchan música en sus auriculares; el tercero es una mujer que viste una blusa estampada y lleva un bolso marrón. Nada más sentarse, suena su teléfono móvil y atiende a la llamada. Lo primero que dice a su interlocutor es: "Te tuve que cortar antes porque estaba con el jefe de información". Y luego se queja de que hace unos días no le pasaron una llamada que al parecer esperaba con urgencia. En la primera parada de la calle Cuarteles una señora mayor pregunta al chófer por un autobús que la lleve a El Corte Inglés. El conductor le responde: "Señora, El Corte Inglés está justo detrás de usted". La señora, con melena cardada, gafas de sol y una blusa roja, replica a su vez: "Ya, pero quiero que me traiga de vuelta". El chófer guarda silencio durante unos segundos, sonríe y responde al fin: "Vaya usted por allí y pregunte". Se acerca entonces un hombre, calvo y grueso, que tampoco sube. Pregunta al conductor por el autobús que va a la Comisaría. El chófer le indica que siga a la otra señora y busque la línea 20. Finalmente suben dos viajeros, una chica muy morena con un vestido rosa, gafas de sol redondas y una guitarra que se sienta en la parte trasera y un señor con una camisa azul a rayas que se sienta justo detrás del chófer. En la segunda parada de la calle Cuarteles baja una de las chicas que había subido en la Alameda. El tráfico es extrañamente ligero y los carriles están despejados. Unos nuevos indicadores luminosos informan de las plazas de aparcamiento del SARE que quedan libres en la calle Eslava y las anexas. Un hombre arrastra un carrito de la compra lleno de chatarra por la acera.

En la primera parada de Héroe Sostoa, junto a la Estación María Zambrano, suben otras tres chicas jóvenes. Las tres llevan gafas de sol. Una de ellas se dirige a la parte trasera y saluda en inglés a otra joven que viaja sentada. Le pregunta si puede sentarse junto a ella y la otra le responde que sí. De inmediato entablan una conversación en inglés. Las dos llegaron a Málaga hace unas semanas para estudiar español y tienen previsto pasar aquí todo el verano. Una de ellas afirma: "Todo es muy fácil por ahora, se está como en casa". La otra responde: "Todos me han dicho que lo pasaremos muy bien en verano". Después hablan sobre sus familias e intercambian algunos consejos maternos. Al pasar sobre la vía del tren del puerto el autobús se tambalea y los pocos pasajeros que van de pie se afianzan en las barras para ganar estabilidad. En la segunda parada de Héroe Sostoa suben otros dos jóvenes. Ambos escuchan también música con sus auriculares. En la tercera parada de la calle sube un matrimonio mayor y en la cuarta, en el cruce con Juan XXIII, bajan tres viajeros. En la esquina, un chico que reparte publicidad carga con un montón de pasquines mientras saca otro montón de una mochila negra que lleva a la espalda. La parada del Metro de la futura estación de Princesa, inactiva y cubierta de polvo, parece una cápsula espacial abandonada en un planeta lejano.

La Avenida de la Paloma se revela inusualmente tranquila. Una mujer vestida con ropa deportiva, que parece haber terminado su sesión diaria de footing por hoy, espera otro autobús en su parada. Un hombre que luce su camiseta del Málaga pasea a un caniche. Pero, por lo demás, las aceras permanecen vacías. Tampoco hay mucho tráfico. Al fondo se percibe el perfil de la antigua Tabacalera. El parking del Museo Automovilístico tiene las puertas abiertas, pero no hay un solo coche aparcado en su interior. Por el contrario, la sede de la Gestión Tributaria presenta un gran movimiento, con contribuyentes que no paran de entrar y salir. Un hombre vende cupones de la Once sentado en una silla. En la primera parada de la Avenida Sor Teresa Prat bajan tres pasajeros, y en la segunda sube uno, un señor mayor con gafas muy gruesas. Un hombre pasea sin camiseta por la acera. En la siguiente parada baja otra persona, y ya en Luis Barahona Soto, en el Parque del Oeste, se apea la chica de la guitarra. En Santa Paula no se produce intercambio de pasajeros. Las terrazas de los bares que sirven desayunos presentan una ocupación notable. Más vecinos pasean a sus perros, o van a hacer la compra, o regresan con las bolsas. En la primera parada del Camino de la Térmica baja el matrimonio mayor que había subido en Héroe Sostoa. En las Pirámides baja una de las chicas de la conversación en inglés, tras despedirse de su amiga. La Térmica presenta su paisaje gris, de torretas oxidadas y cables antiguos. La calle Imperio Argentina es casi un páramo. Son las 10:29. Fin del trayecto.

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