Más techo que suelo

Los hipotecados reciben con entusiasmo e inocencia la noticia de que los bancos les van a devolver lo cobrado

Ahora que se acaba el año, los hipotecados reciben con entusiasmo e inocencia la noticia de que los bancos les van a devolver lo cobrado de más por la práctica usurera de la cláusula suelo. Deshacerse del suelo, en este caso, era una reivindicación de primero de derechos sociales, una reclamación tan básica que debería condenar a quienes lo permitieron. Pero hay otros suelos que se están desmoronando últimamente y por los que, por el contrario, hay que seguir luchando.

En asuntos sociales -pensiones de jubilación cada vez más inciertas, autónomos en lugar de asalariados de las empresas,...- se está desandando un camino que costó años construir. En materia de igualdad hace tiempo que se están deshaciendo los avances conseguidos, primero, con la excusa de la crisis y, después, por motivos ideológicos. Cada día una cifra nueva demuestra cómo aumenta la feminización de la pobreza -siete de cada diez pensionistas que cobran menos del Salario Mínimo Interprofesional son mujeres- o se retrocede en violencia de género - las denuncias en este ámbito han crecido un alarmante 8,5% en el último trimestre de 2016 con respecto al periodo anterior en Andalucía, según el Observatorio del CGPJ-. Y lo peor es que parece que no hay propósito de enmienda con un presidente que desterró los gobiernos paritarios y minimizó el presupuesto para las políticas de igualdad.

Personalmente, desde la mirada cenital de mi barriga de ocho meses, perdí de vista el pavimento de los derechos de la mujer hace mucho y sentí el pánico de la incertidumbre laboral. Y los injustificables recortes planeados por la Junta para las familias numerosas no han hecho más que poner otra piedra en el camino.

En igualdad sigue habiendo más techo, aunque sea de cristal, que un suelo estable donde asentar los logros conseguidos. Es este techo el que explica que en los órganos centrales de la carrera judicial en España haya 39 mujeres por 125 hombres; que ninguno de los grandes grupos parlamentarios en el Congreso tenga como portavoz o líder a una mujer; que ninguna de las 14 cámaras de comercio de Andalucía está presidida por una mujer o que en las tertulias políticas de televisión no suela oírse una voz femenina. La sociedad y la política debería saber que, si se mueve el suelo de la igualdad, nos caemos todos.

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