El otro día, tomando un café con un amigo italiano, recordábamos la canción de Gino Paoli titulada "Quattro amici al bar" que de forma encantadora narra los planes de vida de cuatro jóvenes. Al inicio, Paoli nos sitúa en un bar con cuatro amigos soñadores que querían cambiar el mundo porque pensaban que estaban destinados a algo mejor que tener una mujer y un empleo en un banco. Entre un refresco de cola y un café hablaban de manera profunda sobre la anarquía y la libertad, exponiendo sus razones y decidiendo qué hacer. Tiempo después se reunieron de nuevo, pero en esa ocasión sólo eran tres pues a uno lo habían contratado en un banco. Pero esos tres eran suficientes para, entre un vaso de vino y un café, hablar sobre los individuos y la solidaridad. A la reunión siguiente acudieron dos porque uno se había ido a la playa con su mujer. Sin embargo esos dos eran lo bastante capaces para, entre un vaso de whisky y un café, hablar sobre las posibilidades y las esperanzas.

Al final solo quedó uno en el bar, los demás eligieron tener una familia y la seguridad de un trabajo. Pero ese hombre solitario vio como cerca de él se sentaron cuatro chicos con dos refrescos de cola y dos cafés. Les escuchó charlar acerca de cómo cambiarían este mundo que, a pesar de los años transcurridos, seguía sin ir del todo bien. En este punto Paoli canta con gran ternura que está en el bar con cuatro amigos que quieren cambiar el mundo. Cuatro nuevas ilusiones que renuevan la suya y le vuelven al punto de partida, cuando nada estaba hecho, cuando la fe era inquebrantable y cuando la vida se pintaba del color de un amanecer encendido. Es una canción para reflexionar, para ver hacia atrás, para preguntarnos quienes queríamos ser y quiénes somos, para examinar las infidelidades a nuestras convicciones y aceptar que la existencia no es tan maleable como se creía, pero sobre todo, para retomar la luz que nos iluminaba la mirada y alumbrar con ella el camino que nos quede por andar.