De entre el nutrido grupo de películas y series de televisión que utilizan como argumento las drogas y el mundo del narcotráfico, hay una de ellas que me impresionó desde la primera vez que la vi. Su título es "Sicario", dirigida por el talentoso canadiense Denis Villenueve ("Prisioneros", "La llegada", "Blade Runner 2049",etc.) e interpretada por Emily Blunt (Kate) y Benicio del Toro (Alejandro) en los papeles principales. Ambientada en la frontera de Estados Unidos con México entre El Paso y Ciudad Juárez y en Alburquerque (la ciudad de Nuevo México que servía de fondo a ese otro icono del género que es "Breaking Bad"), la película nos describe una operación encubierta del FBI y la DEA contra un poderoso cártel del narcotráfico mexicano, sugiriéndonos que, al margen de discusiones éticas, la barrera entre lo legal e ilegal en lo referente a la lucha de las fuerzas policiales contra los narcos debe difuminarse si se quiere lograr algún triunfo -que siempre será parcial- sobre los traficantes. Kate es la policía que pretende actuar acorde al reglamento y que se sorprende (casi tanto como los espectadores) con los expeditivos y brutales métodos de "trabajo" de Alejandro y su equipo. Las panorámicas aéreas sobre Ciudad Juárez son inquietantes: una ciudad mugrienta y destartalada con montones de cadáveres mutilados colgando de los puentes mientras que en el cerro que la domina se puede ver un paradójico mensaje escrito en letras gigantescas: "La Biblia es la verdad. Léela". Salvando las distancias y atenuando el gradiente de violencia, no puedo evitar recordar "Sicario" al oír las noticias por las que el Campo de Gibraltar se convierte de forma recurrente en carne de telediario: tiroteos en barrios conflictivos; intentos de sabotaje de las lanchas de la Guardia Civil; cortes de carretera para desembarcar fardos de droga; asaltos a hospitales para liberar a un capo herido; exhibición impúdica y ostentosa de las ganancias fraudulentas que obtienen los narcotraficantes sin que, curiosamente, capten la atención de Hacienda y un sinfín más de situaciones aberrantes que hacen sentir vergüenza e indignación a los nativos del lugar que impotentes ven como, una vez tras otra, los narcos le ganan la partida a la fuerzas del orden. Cierto es que no se puede obviar el hándicap de nuestra situación geográfica de doble frontera: por un lado, Marruecos que viene a ser el México de Estados Unidos y por otro Gibraltar, posesión inglesa con un razonable parecido a la Isla de la Tortuga, nido de piratas y corsarios que saqueaban a los barcos españoles bajo la bandera de la "Union Jack". Así es que o se espabila el ministro del Interior o, como Kate, tendrá que seguir el consejo de Alejandro: "Múdate a un pueblo donde aún haya ley. Aquí no sobrevivirás. Esta es tierra de lobos y tú no eres un lobo".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios