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Winehouse camina hacia la luz

  • Hoy sale a la venta 'Lioness: Hidden Treasures', el disco póstumo de la artista, que exhibe un timbre menos negro y una actitud más pragmática y menos doliente.

Pese al puzle que es en realidad Lioness: Hidden Treasures, el disco póstumo de Amy Winehouse, que se publica hoy y que consta de retazos inéditos de la última década, contiene una coherencia interna que aleja a la británica del tormento de Back to black y la acerca hacia una música más luminosa.

Han pasado cinco años desde que aquel disco de soul revolucionario, oscuro y brillante al mismo tiempo, encumbrara a Winehouse a los altares musicales, una cima desde la que ella se empeñó en caer paulatinamente hasta su muerte el pasado 23 de julio, víctima de una ingesta excesiva de alcohol, según la investigación judicial.

De las tremendas ganas que existían por parte del público de disfrutar de una continuación que nunca llegaba dejaron constancia los múltiples números uno que, a raíz de su muerte, volvieron a conquistar sus dos álbumes en el mercado, el mencionado Back to black (2006) y el previo Frank (2003).

Su familia y sus productores de confianza, Salaam Remi y Mark Ronson, se volcaron en los últimos meses en rescatar y acompasar piezas inéditas, del The girl from Ipanema que grabó en 2002, con 18 años, hasta el Body and soul que facturó recientemente para el disco de duetos de Tony Bennett, además de tres temas escritos ya en plena vorágine.

Hidden Treasures, el tercer disco de su carrera, constituye un buen álbum dada la calidad de esos "tesoros escondidos", que en absoluto tienen la apariencia de descartes. Ahora bien, dicho esto, caben otras muchas consideraciones que no serán del gusto de quienes amaron con pasión Back to black.

El nuevo álbum carece en su producción de la osadía que Ronson demostró en su predecesor y, más aún, de la presencia vocal que exhibió Winehouse, cuyos graves no suenan tan graves.

Su timbre, sin dejar de resultar negro, parece más blanco, y la viuda y la amante despechada dejan paso a otra mujer, a una que no ha conocido el dolor o que se ha sobrepuesto al mismo con pragmatismo indolente.

Cabe destacar las nuevas versiones más lentas de dos de sus temas más conocidos, Valerie y Tears dry, desprovisto del colchón exuberante de Ain't no mountain high enough, pero, en general, los coros, la orquestación y el tempo hacen de este Hidden Treasures un producto más vitalista.

En lugar de traer el soul al siglo XXI, cortes como el reggae inicial Our day will come o Between the cheats poseen melodías amables que transportan a los tiempos de los grupos vocales doo wop y a la Gladys Knight de Best thing that ever happened to me y Midnight train to Georgia.

Winehouse brilla en Will you still love me tomorrow, el clásico de Carole King que grabó en 2004, o en composiciones inéditas como Halftime, fruto de su colaboración de 2002 con Ahmir Questlove Thompson.

De este modo, y salvando la final A song for you, grabada en 2009 en plena lucha de la británica contra sus demonios personales, su voz se torna en una caricia desprovista de la honda amargura y el descaro del pasado, que deja a la leona del título en una gatita de maullido meloso.

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