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"Mi futuro es el belcanto"

  • El tenor sevillano Francisco Fernández-Rueda empieza su año más monteverdiano poniendo voz a un nuevo CD de tonos humanos del 'Manuscrito Guerra' con Manuel Vilas.

El tenor Francisco Fernández-Rueda, en una reciente visita a Sevilla.

El tenor Francisco Fernández-Rueda, en una reciente visita a Sevilla. / josé ángel garcía

La Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela custodia un importante manuscrito que recoge un centenar de tonos humanos copiados por José Miguel de Guerra (1646-1722), copista de la Real Capilla de Carlos II desde 1677 hasta poco después de 1680. Por el Manuscrito Guerra se interesó hace unos años el arpista gallego Manuel Vilas, que ha afrontado su grabación integral para el sello Naxos. De los seis volúmenes programados (todos ya registrados) acaba de aparecer el cuarto, en el que el tenor Francisco Fernández-Rueda (Estepa, 1982) comparte protagonismo con la soprano compostelana Mercedes Hernández y el propio Vilas en el arpa. El volumen se completa con dos piezas que no cupieron en su día en el disco anterior y que canta la cubana Yetzabel Fernández Arias.

"Es una grabación de 2011", comenta el tenor sevillano. "Cinco años son muchos para un cantante joven como yo. Pero Manuel me pasó la grabación antes de la publicación y me gustó mucho. Él es muy dinámico en el tratamiento de esta música, y la grabación es magnífica. Estoy muy contento con este trabajo".

-¿Qué le parece la música?

-Muy bonita. En el manuscrito hay sólo dos tonos a dúo, que se han grabado en este volumen, y los canto junto a Mercedes Hernández. En el resto de piezas nos alternamos, ocho para cada uno. Son piezas estróficas para las que resulta fundamental tanto la declamación del texto como la búsqueda de colores variados. Pero Manuel cuida eso mucho. Es muy consciente del texto y acomoda su sonido a la frase de forma extraordinaria. Es un estudioso y un enamorado profundo de este repertorio. Yo lo había trabajado un poco, pero él logró transmitirme el amor que siente por esta música.

-En sus años sevillanos hizo también música del XVII español.

-Sí, pero la mayor parte era música religiosa. Tengo muy buenos recuerdos de aquellos tiempos. Empecé tocando el clarinete en Estepa, pero mis padres cantaban en un coro, y yo los acompañaba muchas veces. Música de Victoria, Guerrero, Bach... Y eso te cala. Cuando tenía 10 u 11 años Alonso Salas montó un coro de voces blancas en el pueblo. Estuvimos dos veranos montando piezas de Monteverdi, Guerrero... Después, ya en Sevilla, conseguí entrar en el grupo de Alonso, no sin insistirle antes mucho, y luego en el Coro Barroco de Andalucía. En mi prueba de acceso canté un dúo de Lasso con Carlos Mena, y aquello fue para mí increíble. Aprendí muchísimo con Lluís Vilamajó y con Lambert Climent, con quien acabé estudiando en la Esmuc.

-¿Entró en contacto en Barcelona con otra música?

-Allí conocí al pianista Francisco Poyato, que hace mucho lied, y me descubrió un universo diferente. Empecé a cantar La bella molinera, lieder de Schumann... Me fui dando cuenta de que había mucho mundo más allá del Barroco. Y todo fue rapidísimo, porque yo venía de la nada. No había hecho ni el Profesional de canto. Todo era un descubrimiento continuo. Justo acabando en la Esmuc, me fui a estudiar a París con Raphaël Sikorski durante un par de años.

-¿Y cómo evolucionó su voz?

-Muchísimo. Lambert me dijo que en tres años había tenido una progresión de seis. El canto se ha convertido en mi pasión, y estudiando me pico constantemente conmigo mismo. Me grabo mucho, porque el canto lo tienes que escuchar desde fuera, y me corrijo continuamente. La musicalidad ha sido siempre mi arma. Pero al principio todo era muy engolado, todo me salía de muy atrás, y poco a poco he ido sacando la voz fuera. Sigo trabajando con Carlos Chausson, mi maestro, que me dice que sigo cambiando, que no dejo de evolucionar. En cierta forma creo que es el empeño que le pongo.

-¿Qué supuso formar parte de Le Jardin des Voix de William Christie?

-Un espaldarazo, un trampolín. Fue entrar en el circuito de los grandes nombres del Barroco. El año que yo formé parte del proyecto estaba asociado a la recuperación del Atys de Lully en la histórica producción de Jean-Marie Villégier para la Opéra Comique. A los cantantes jóvenes nos asignaron roles pequeños y doblaje de otros roles. Cantar con Christie en la Opéra Comique, en la Ópera de Burdeos, en la Cité de la Musique, en el Auditorio Nacional de Madrid o en Nueva York fue increíble. Creo que fueron 24 funciones. Estaba como en una nube.

-¿Cuál es ahora su repertorio básico?

-Hago mucho Barroco. Pero me voy adentrando en el universo del Clasicismo. He hecho ya un Don Ottavio en Alemania, y mi evolución me conduce hacia el siglo XIX. Mi futuro es el belcanto. Carlos Chausson me dijo desde el primer día que tengo que ir por ahí. Dice que el centro de mi voz es poderoso y debo apostar por un repertorio de más peso. Yo empecé a cantar con Christie de haute-contre, el típico tenorino francés, pero con el tiempo el propio Christie me puso a cantar de taille, que es como ellos llaman al tenor central. En el Barroco me hacen cantar roles muy centrales, baritonales incluso. Chausson me está guiando. Es muy meticuloso, muy trabajador de la técnica. Me dice que le parece bien que siga cantando mucho barroco, pero tengo que ir encaminando mi carrera hacia Don Ottavio, Tamino, Ferrando, y luego Don Pasquale, Edgardo de Lucia, Romeo de Gounod, incluso Werther, y con más edad roles del joven Verdi. Esa es la línea de nuestro trabajo. Y me siento muy bien y muy cómodo en ella.

-Pero 2017 es año Monteverdi y, si no me equivoco, va a participar en un gran proyecto con John Eliot Gardiner.

-Sí, es una gira larguísima, que empezamos a preparar a mitad de marzo y que dura hasta noviembre. Se hacen las tres óperas de Monteverdi en muchos espacios emblemáticos, el Palau de la Música de Barcelona, la Philharmonie de París, el Festival de Berlín, la Fenice de Venecia, el Festival de Salzburgo, Nueva York, Chicago... Hago el Pastor I en L'Orfeo, que es un rol muy importante; y en Il ritorno d'Ulisse in patria canto el papel de Eumete y además hago de cover de Furio Zanasi, que canta el Ulises. Gardiner va a grabar esta ópera, que es la única de las tres que no tiene en disco, y me siento muy afortunado por formar parte de ese elenco.

-No le va a quedar tiempo para mucho más.

-Para casi nada. Aunque con Jean-Christophe Spinosi haré también a finales de año L'incoronazzione di Poppea en el Liceo y en el Arriaga. Mucho Monteverdi.

-¿Por qué apenas canta en Sevilla?

-Pues no tengo una explicación. Es cierto que yo vivo en Barcelona desde hace años y que mi agencia es italiana. Pero la gente se sorprende cuando le digo que nunca he colaborado con la Orquesta Barroca de Sevilla. Si se diera la oportunidad me encantaría poder cantar con ella o en el Maestranza. Me siento muy de esta tierra y vendría con muchísimo gusto.

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