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Al Asad reaparece tras el atentado entre las dudas sobre su paradero

  • La televisión pública siria muestra al presidente en la toma de posesión del ministro de Defensa · Tanques del Ejército entran por primera vez en Damasco, donde la oposición teme que se produzcan masacres

El presidente sirio, Bashar al Asad, apareció ayer en imágenes de la televisión pública, por primera vez desde el atentado que golpeó el miércoles a la cúpula militar del país, reunida en Damasco.

Las imágenes, sin sonido, muestran a Al Asad durante la toma de posesión del nuevo ministro de Defensa, Fahd Jasem al Freich, en un edificio no identificado. Su predecesor, Daud Rayiha, murió el miércoles en el atentado en el que también falleció su viceministro y cuñado de Al Asad. En otra imagen puede verse al presidente hablando con Al Freich.

El canal de televisión no especificó en qué ciudad se llevó a cabo la toma de posesión. Desde el miércoles circulan rumores de que Al Asad habría salido Damasco tras el ataque y se habría dirigido a la ciudad costera de Latakia.

Por otro lado, los tanques del Ejército sirio entraron ayer por primera vez al barrio Qabun (este) de Damasco, afirmó el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), agregando que temía "masacres" en ese sector.

"Más de 15 tanques y vehículos blindados de transporte de tropas tomaron por asalto la principal arteria del barrio de Qabun y hay temor de que se produzcan masacres en el barrio", declaró el jefe del opositor OSDH, Rami Abdel Rahman. Desde hace cinco días Qabun, como otros barrios de la capital, es escenario de enfrentamientos entre los rebeldes del Ejército Sirio Libre (ESL, compuesto principalmente por desertores) y tropas del régimen.

Una fuente de seguridad en Damasco afirmó antes que hasta entonces "el Ejército se contuvo en sus operaciones". Precisó, no obstante, que tras el atentado del miércoles, el Ejército estaba "decidido a utilizar todas las armas en su posesión para acabar con los terroristas", término usado por las autoridades para designar a los rebeldes.

Y es que el régimen sirio se desmorona, pero todavía no se da por vencido. A pocas horas del comienzo del Ramadán, los helicópteros sobrevolaban los barrios del sur de Damasco. De vez en cuando se escuchaban disparos.

Tampoco se atrevía a salir casi nadie a la calle en los barrios del norte y en la ciudad vieja, que hasta ahora no se vieron alcanzados por la sangrienta lucha. Apenas unos pocos automóviles y minibuses. Y los mercados, donde tradicionalmente se compraba antes del Ramadán, están casi vacíos.

"En esta época, la ciudad solía estar repleta de bullicio, con gente comprando para el primer día del Ramadán", explicó Samer al Marsi. "Este año la gente se queda en casa, viendo angustiados la televisión", agregó.

Después de que en los últimos días los enfrentamientos llegaran a Damasco, muchas familias se mudaron con familiares que viven en barrios considerados seguros. Ahora, casi nadie se atreve a asomarse a la puerta de casa.

"¿Estás bien? ¿Estáis todos en casa?", se preguntan unos a otros por teléfono. Nadie dice mucho más ante el temor de ser espiados. La gente se comunica más por grupos secretos de Facebook.

"Dime, ¿está todavía abierto el aeropuerto y la carretera que llevan hasta él?", preguntaba un joven que tenía un vuelo reservado. Otro quería saber si todavía se podía circular por la ruta que lleva al Líbano. Y un trabajador egipcio le tranquilizaba: "Ayer volví de Beirut, no hubo problemas pero en la frontera había una larga fila. Muchos quieren irse".

"¿Queda todavía pan en vuestro barrio?", preguntó una mujer que ayer no fue a trabajar.

Las facultades fueron cerradas y los exámenes de acceso universitario fueron pospuestos. Tan sólo en el barrio cristiano de Tuma reinaba algo parecido a la normalidad.

La televisión estatal se empeñaba en transmitir la impresión de que todo está en orden. "No hay escasez de harina, hay suficiente pan en las panaderías estatales", anunció. Y a continuación se mostraban imágenes heroicas de la historia del Ejército sirio, cuyo objetivo es decir a los espectadores: "Nosotros somos fuertes, venceremos".

Pero, ¿quiénes son esos nosotros? En las horas transcurridas desde el atentado contra la cúpula militar siria, decenas, si no centenares de soldados desertaron. "También se desmorona la cúpula dirigente, muchos altos cargos están intentando hacer contactos en el extranjero para organizar una posible salida al exilio para ellos y sus familiares", explicó un general sirio retirado cercano a los Hermanos Musulmanes.

La población de la capital vive atemorizada. "Durante años, la gente que murió en el atentado controló la seguridad", dijo Ahmed Sakr. "Ahora no están. ¿Qué puedo esperar? No lo sé", añadió.

"Las consecuencias son demasiado graves para comprenderlas", apuntó el escritor Hakem al Baba, residente en Damasco. "Por eso la gente siente incertidumbre. Después de este ataque podría haber más violencia, es un periodo crítico para cualquiera en Siria".

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