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Campaña a golpe de carcajada

  • Los aspirantes a la Presidencia de EEUU encuentran en los programas de humor televisivos un remanso de paz en el que se refugian de la tempestad del día a día

Lejos de sus adversarios y lejos de la inquisición de los periodistas, se ríen, hacen reír y salen de situaciones complicadas. Entre los programas de humor televisivos, los candidatos a la Casa Blanca encuentran un remanso de paz en la tempestad de la campaña.

Cada vez que se encuentra ante una jugada ariesgada, la candidata demócrata Hillary Clinton se refugia en el humor.

"Tenía miedo de llegar tarde, me detuvieron los disparos de los francotiradores de élite del aeropuerto", dijo a principios de este mes al llegar al programa del presentador humorístico Jay Leno, líder de audiencia en la franja horaria de las 23:30.

Una forma de dar vuelta a la página de una de las polémicas más perjudiciales de su campaña: la revelación de que, contrariamente a lo que afirmó, ella nunca aterrizó en medio de un tiroteo de francotiradores de élite en Bosnia, en 1996.

Después de once derrotas consecutivas en febrero, Clinton visitó el taquillero Saturday Night Live, en la cadena NBC: "Oh, la campaña viene bien, muy bien", dijo antes de agregar en una frase digna de Woody Allen: "¿Por qué, qué es lo que ha oído?".

El republicano John McCain, que ha sabido utilizar su humor sarcástico en campaña, parece haber encontrado su segundo domicilio en el Show de David Letterman, en la cadena CBS, en el que anunció su candidatura en febrero de 2007, bromeando con que todos podían ya cantarle el himno Saludo al jefe, reservado para el presidente.

En la televisión por cable, McCain es también habitual de la Comedia Central de Jon Stewart, que no es conocido por sentir simpatías hacia los conservadores.

El demócrata Barack Obama, que también visitó a Stewart el año pasado, le rindió homenaje varias veces: "Jon logra perforar muchas de las tonterías de la campaña electoral", le explicó a CBS.

Además, los candidatos saben que, como sostiene Obama, "el público (de los humoristas) es diferente" del que sigue los debates y los informativos.

En 2004, Pew Research Center reveló que el 8% de los estadounidenses y el 21% de los menores de 30 años seguían la actualidad gracias a las emisiones de humor. Una encuesta similar publicada en enero todavía revelaba que el 8% de los estadounidenses seguían el desarrollo de la campaña por los contenidos de los talk-show cómicos.

Sin lugar a dudas, la política es una fuente inagotable de bromas, de acuerdo al Center for Media and Public Affairs (CMPA): del pasado 1 de enero al 15 de marzo, Hillary Clinton fue objeto de 174 bromas, John McCain de 140 y Barack Obama de 103.

Pero hasta ridiculizada, Hillary Clinton sabe que tiene todo para ganar entre los programas de humor, afirmó Don Riek, director ejecutivo del CMPA: "Los políticos saben que (en esas emisiones) ellos pueden controlar el mensaje (...); es una herramienta para contornear los medios tradicionales".

Pero, como la inmensa mayoría de ellos contratan profesionales para escribir sus bromas, el humor mostrado para la televisión no ofrece siempre el verdadero perfil de la personalidades de los candidatos.

Todo esto preocupa a Paul Lewis, profesor de inglés en Boston College y autor del libro Cracking up: American humor in times of conflict: "Cuando los responsables políticos participan de estas emisiones para burlarse de sus propios fracasos, no es necesariamente una cosa buena", dijo.

"Cuando (Hillary Clinton) bromeó sobre la historia de los francotiradores en Bosnia, ¿qué mostró? Que estaba dispuesta a mentir sobre su propio pasado para hacerse elegir, y si la gente (...) piensa que es curioso, entonces usted puede encontrarse con un presidente que no dirá la verdad cuando se la pidan".

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