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"Ojalá yo haya sido realmente el último secuestrado de las FARC"

  • El informador galo, que lleva 12 años en Colombia, está convencido de que el país se encuentra ante un momento decisivo para alcanzar la paz duradera

El periodista francés Romeo Langlois se dio a conocer en todo el mundo el 28 de abril pasado, cuando se convirtió en rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Y precisamente dos meses después de que la guerrilla anunciara oficialmente el fin de los secuestros como método de extorsión.

"Ojalá yo sea de verdad el último secuestrado de las FARC: dijeron que no iban a volver a hacerlo y por el momento parece que están cumpliendo su promesa, pero muchos secuestrados se han perdido y no se sabe si están muertos. También es posible que otros grupos de delincuentes secuestren en su nombre", apuntó en una entrevista con dpa en Oslo.

El periodista fue secuestrado cuando acompañaba a una patrulla militar por el departamento de Caquetá, durante una labor de erradicación de cultivos ilícitos. En la emboscada de las FARC, Langlois resultó herido y fue tomado como rehén.

Estuvo 33 días en manos de la guerrilla y tras su experiencia está escribiendo un libro, cuyo último capítulo versará sobre las negociaciones de paz. Langlois, que trabaja para la televisión France24 y que lleva informando sobre el conflicto colombiano doce años, tiene claro que se presenta estos días una oportunidad histórica para poner, de una vez por todas, fin a la guerra.

"El Gobierno de Bogotá ha dado muchas señales de su buena fe, se encuentra en posición de fuerza para negociar y la guerrilla no tiene mucha opción, quiere la paz y son sinceros en su voluntad de dejar las armas y participar en la política por vía legal. Y parece que el Gobierno les va a abrir esa posibilidad, por lo que se podría decir que están en una especie de empate técnico", considera Langlois.

"El Gobierno sabe que no podrá aniquilar a la guerrilla y ésta que no puede tomar el poder por medio de las armas. Además la guerrilla está debilitada y el Gobierno ha sufrido también muchas bajas, ha sido un conflicto muy fuerte con un coste humanitario inmenso". Y en su opinión, ésa es la razón para empezar a negociar y alcanzar un acuerdo que les permita salir bien librados de casi 50 años de guerra. Una oportunidad que, considera Langlois, si no se pierde, hará muy posible que un día haya paz en Colombia.

Y una oportunidad de la que, en cierta forma, Langlois se siente protagonista: "Mi secuestro les permitió tener prensa y audiencia para empezar a hablar de la paz y yo creo que lo hicieron precisamente con vistas a estas negociaciones", señala el periodista francés.

"Creo que de alguna manera me utilizaron para empezar a hablar de paz, las FARC no improvisan ni actúan al azar, piensan muy bien sus decisiones y lograron crear un cierto suspense y angustia en la opinión pública sobre si me iban a soltar o no, como habían prometido". Al final, con la liberación, demostraron que cumplieron su palabra, en una jugada que Langlois considera "cínica aunque entendible".

Las FARC explicaron entonces su secuestro tildándolo de "prisionero de guerra", algo que Langlois confiesa le dolió mucho. "Fue una farsa, una hipocresía, un insulto, y al final me pidieron disculpas públicas en el acto de entrega a la Cruz Roja".

Ratificaron que tuvieron confusión al encontrarlo en un campo de batalla, que no sabían quién era y pidieron disculpas públicas cuando se dieron cuenta de que era un periodista independiente. "Y no hay que olvidar que las FARC no están acostumbradas a pedir disculpas en público, por lo que eso fue también una señal importante".

Y es que el secuestro era contraproducente tras anunciar el fin de ese instrumento. "Pensaban que era un asesor norteamericano pero cuando se dieron cuenta de que no, entendieron que había que soltarme y me lo dijeron siempre. Pero no les resultaba fácil porque temían que me pudiera pasar algo y que los culparan a ellos".

Durante los 33 días que permaneció cautivo en poder de las FARC, Langlois asegura que confirmó todo lo que sabía de la guerrilla y pudo ver cómo actuaban. "Ratifiqué su buen control sobre el terreno y su gran experiencia militar pero también que tienen mucho miedo a los bombardeos, pues saben que el Ejército está muy presente y que la confrontación es aguda".

"También constaté que aunque la guerrilla se nutre del narcotráfico, sigue estando muy politizada y eso hace mucho más fácil que sea posible la paz, porque es mucho más fácil negociar con un grupo político que con uno exclusivamente mafioso", señala.

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