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Ramaphosa, número dos de Zuma, es designado nuevo presidente de Sudáfrica

  • Ningún candidato le disputó el puesto al hasta ahora vicepresidente, que prometió atajar la corrupción y la caída de la economía

Cyril Ramaphosa asumió ayer el cargo de presidente de Sudáfrica en sustitución Jacob Zuma, que dimitió la noche del miércoles, y, en su primera intervención, se comprometió a trabajar para hacer frente a los problemas más graves del país, como la corrupción o la caída de la economía.

El hasta el miércoles vicepresidente fue designado en la Cámara baja del Parlamento, en una sesión en la que ningún otro candidato le disputó el puesto, por lo que no hubo necesidad de votación.

Soy un servidor del pueblo sudafricano, trabajaré muy duro para no decepcionarlo"

Ramaphosa fue nominado por su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), gobernante en Sudáfrica desde el fin del apartheid y mayoritario en el recinto.

El antiguo dirigente sindical, de 65 años, afirmó que recibe el encargo como un honor y con humildad y prometió que, bajo su mando, el interés de Sudáfrica y de su pueblo vaya siempre "primero". "Cuando uno es elegido en esta clase de posición, básicamente se convierte en un servidor del pueblo de Sudáfrica", expresó Ramaphosa, en su primera intervención tras la elección.

También dijo que va a trabajar para paliar la corrupción, mejorar la economía y buscar la unidad del país, aunque explicó que los detalles de sus líneas de Gobierno los expondrá hoy, en su discurso sobre el estado de la nación. "Trabajaré muy duro en para no decepcionar al pueblo de Sudáfrica", concluyó.

Sólo unas horas después, el presidente del Tribunal Constitucional, Mogoeng Mogoeng, le tomó juramento en una pequeña ceremonia que lo convirtió oficialmente en el quinto presidente de la historia democrática de Sudáfrica.

Las principales figuras del CNA arroparon a su nuevo líder y acompañaron su designación con vítores y cánticos que ponían fin a semanas de tensión por el tira y afloja con Jacob Zuma para que abandonase la Presidencia.

Los escándalos de corrupción que rodean al ex mandatario se habían convertido en una mancha para el partido y ponían en serio peligro su popularidad de cara a las elecciones de 2019.

Zuma está implicado en numerosas acusaciones, incluidos casi 800 cargos por corrupción relativos a contratos de armas de finales de los 90 o las investigaciones por usar al Estado para favorecer a una familia de empresarios afines.

Ya sin margen de maniobra para retener el cargo debido a un ultimátum público del partido, Zuma dimitió la noche del miércoles y el antiguo movimiento de liberación puso en marcha los trámites para asegurar que Ramaphosa pudiera convertirse en presidente.

No estaban tan de acuerdo con el proceso los partidos de la oposición, que reclamaban la disolución del Parlamento y convocatoria de elecciones anticipadas. "Nuestro problema no es Zuma, es el CNA", aseguró Mmusi Maimane, líder del principal partido opositor, la Alianza Democrática.

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