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Rusia y Georgia siguen en tensión un año después del conflicto bélico

  • La mínima chispa puede incendiar la región del Cáucaso · Moscú defiende con las armas a las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia, pero la reconstrucción no llega y la población vive en la pobreza

A un año de la guerra del Cáucaso entre Rusia y Georgia, la tensión no ha aflojado. Después del derramamiento de sangre causado por la crisis más grave entre Este y Oeste desde el fin de la Guerra Fría hubo intentos de acercamiento diplomático, incluso con participación de las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur. Pero tanto el presidente georgiano, Mijail Sakashvili, como el Kremlin se acusan nuevamente de planear nuevas provocaciones.

La comunidad internacional tiene serias dificultades para determinar quién es el responsable principal del conflicto armado. Las conclusiones de la comisión investigadora europea dirigida por la suiza Heidi Tagliavini siguen sin publicarse un año después del comienzo del conflicto, que se cumple mañana. Pero círculos informados aseguran que de los documentos reunidos se desprende una responsabilidad de Georgia mucho mayor de la supuesta hasta ahora en el desencadenamiento de la guerra.

Decenas de miles de georgianos acusaron en los últimos meses en manifestaciones a Saakashvili de haber sumergido al país en una profunda crisis con la guerra. Más de 400 personas murieron durante los cinco días del conflicto armado, que generó además una grave crisis humanitaria en la zona.

Decenas de miles de personas tuvieron que huir al penetrar las tropas georgianas en Osetia del Sur, en las vísperas de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín. El primer ministro ruso, Vladimir Putin, anunció desde la misma capital china que Rusia contraatacaría.

Con el argumento de que Rusia debía proteger a sus ciudadanos en Osetia del Sur, movilizó carros de combate, bombarderos y batallones. Por primera vez desde la invasión de Afganistán de 1979 volvieron a ocupar las tropas comandadas por Moscú un Estado independiente.

El derramamiento de sangre sólo terminó tras la intervención de la Unión Europea, liderada en ese momento por el jefe de Estado francés, Nicolas Sarkozy, como presidente rotativo del Consejo. Tanto la UE como Estados Unidos acusaron entonces a Rusia de haber apelado a un "uso desproporcionado de la fuerza" contra la prooccidental Georgia.

Occidente congeló por un tiempo sus relaciones con Rusia, un importante proveedor de energía para la UE. Las relaciones con la OTAN continúan hasta hoy lastradas por el conflicto, dado que la Alianza mantiene su postura de que se debe mantener la indivisibilidad territorial de Georgia.

A pesar del alto el fuego firmado por Sarkozy junto a los presidentes de Rusia, Dimitri Medvedev, y de Georgia, en el que muchos puntos quedaron sin definir, las tropas rusas se mantuvieron estacionadas en territorio georgiano durante varias semanas, casi a las puertas de Tiflis. Sólo se retiraron cuando la UE desplazó el 1 de octubre de 2008 su misión de observación frente a las fronteras de Georgia con Abjasia y Osetia del Sur.

De todos modos, permanecieron miles de efectivos rusos en los territorios secesionistas. Para evitar un posible nuevo ataque georgiano, se decía en Moscú. Aun así se registraron una y otra vez incidentes con muertos y heridos.

Rusia advierte constantemente que Saakashvili es un "belicista impredecible", en tanto que Estados Unidos apoya la pretensión de Georgia de ingresar en la OTAN. El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, prometió a medidados de julio en Tiflis que su país colaboraría en la modernización militar de Georgia, poniendo el acento en "formación, planificación y organización". El embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogozin, es uno de los que temen que Saakashvili se deje arrastrar a "nuevas aventuras bélicas".

Así, expresó su opinión crítica incluso el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, cuando la OTAN realizó en mayo un ejercicio militar en el campo de batalla de la Guerra del Cáucaso, a pesar de las protestas de Moscú.

Estados Unidos ha estado enviando desde el conflicto de agosto del año pasado una y otra vez naves de guerra a la costa georgiana del Mar Negro, la última ocasión en el mes de julio.

Rusia, por su parte, no ha cumplido hasta ahora con sus promesas de reconstrucción de Osetia del Sur y Abjasia, entre otras cosas por la caída del precio del petróleo y del gas, condicionado por la crisis global. La población de las provincias secesionistas sufre una pobreza acuciante.

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