Francia La izquierda busca crear una alianza de unidad para poder hacer frente al mandatario

Sarkozy, sin rivales a la vista

  • A seis meses de los comicios regionales, el presidente se está quedando sin opositores con una hábil política para atraer a los adversarios y forjar así un bloque variopinto

A falta de seis meses para las elecciones regionales en Francia, Nicolas Sarkozy se está quedando sin opositores. Con hábiles alianzas, el presidente francés ha conseguido atraer a los rivales del campo conservador a su terreno y está forjando un bloque en el que se puede encontrar desde socialistas desencantados a nacionalistas de derecha.

Su más reciente incorporación es Philippe de Villiers, quien con su antieuropeo Movimiento por Francia (MPF) hace la competencia al Frente Nacional (FN) dentro del ala de derecha. La llegada de De Villiers, que en diversas ocasiones llamó a Sarkozy "impostor", "mentiroso" y "conejito de Duracell", le asegura calar un poco más en la tradicional alta burguesía del país, tanto de centro como de centroderecha o simplemente de derecha. Según el barón francés, su salto a las filas de la gobernante Unión por un Movimiento Popular (UMP) se justifica como una maniobra para buscar instalar sus ideas políticas, hoy marginales.

Mientras tanto, la izquierda parece un barco sin rumbo. En los últimos días de las vacaciones estivales políticas, Los Verdes, el Partido de Izquierda, los socialistas, los comunistas y los trotskistas discuten sobre una alianza de unidad para hacer frente a Sarkozy. El principal punto de disputa es la cuestión de si debe sumarse el partido MoDem, el único en el espectro de centro que todavía planta cara en solitario al presidente.

Dentro del Partido Socialista (PS), que celebró este fin de semana la tradicional vuelta de vacaciones con un conjunto de actos en la Universidad de Verano de la Rochelle, se cierne la amenaza de la división. Algunos quieren cambiar el nombre de la agrupación, otros que se fusionen con los grupos de izquierda. La líder del partido, Martine Aubry, llegó a amenazar con expulsar de la formación a las voces críticas más destacadas para conseguir la calma, pero su amenaza tampoco tuvo ningún tipo de éxito.

El portavoz del PS, Benoît Hamon, pide un programa que "rompa con Sarkozy y su desvío liberal de la socialdemocracia europea". Hamon quiere marcar un rumbo claro de la izquierda junto con los comunistas y opina que una alianza con MoDem sólo sería "una aventura electoral". Esta postura va en contra de los modernizadores de la formación como Ségolène Royal.

Una de las esperanzas del socialismo, Arnaud Montebourg, a quien se le ha encargado la renovación del partido, amenaza con marcharse tras haberlo intentando todo.

Estas idas y venidas no son bien recibidas por la población. Siete de cada diez franceses opinan que el PS no puede presentar un proyecto serio frente a Sarkozy. Cerca del 60% considera que el partido está alejado de los ciudadanos.

Con este panorama, Los Verdes tienen la voz cantante en estos momentos. Con Daniel Cohn-Bendit como reclamo, el partido consiguió en las elecciones europeas celebradas en junio un 16,3% de los votos, equiparándose con los socialistas e incluso en diez de las 26 regiones francesas los superaron.

Ahora, Cohn-Bendit quiere dar un vuelco a toda la izquierda. En el congreso del pasado fin de semana unió a la vicejefa del MoDem, Marielle de Sarnez, al ex jefe del Partido Comunista Robert Hue y a grandes figuras del socialismo. "Si ustedes quieren una mayoría, tienen que ir a buscar a la gente allí donde está, no donde ustedes están", dijo mientras una fuerte ovación secundaba sus palabras.

El presidente francés reaccionó a este avance intentando atraer a destacadas figuras de Los Verdes ofreciéndoles puestos como ya hizo con políticos socialistas y del MoDem. Hasta la fecha no ha tenido éxito.

En el Gobierno, su política "aperturista" provoca reticencias, pero casi nadie se atreve a hacer públicas las críticas. Una de las pocas es la hasta hace poco ministra de la Vivienda y jefa del Partido Democristiano, Christine Boutin, quien advierte que Sarkozy, con su debilidad por la oposición, está creando espacio para los extremistas como trotskistas o el FN.

Medio año, ése es el tiempo que le queda a los partidos de la oposición para elaborar una estrategia que ponga nervioso a Sarkozy con vistas a las presidenciales de 2012.

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