El conflicto ucraniano ha entrado en una nueva fase de incertidumbre después de que Kiev interpretara la decisión del Kremlin de admitir como válidos los pasaportes de las zonas separatistas como un reconocimiento "de facto" de las repúblicas de Donetsk y Lugansk.

"En Ucrania se condena firmemente y no se reconoce la adopción por parte del Kremlin del decreto sobre el reconocimiento de los llamados documentos emitidos en el territorio de ciertas zonas de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk", según un comunicado emitido por la Cancillería.

Kiev considera que, con la decisión adoptada el sábado por el presidente ruso, Vladimir Putin, Moscú viola una vez más su integridad territorial y confirma que las zonas prorrusas son "territorios ocupados". Además, llama a Occidente a "reforzar la presión sobre Rusia" para que respete los Acuerdos de Minsk de febrero de 2015, de cuyo cumplimiento depende el levantamiento de las sanciones internacionales contra el Kremlin.

Los políticos ucranianos temen que éste sea el primer paso hacia la independencia y posterior anexión de esos territorios, ya que Rusia también decidió abrir sus fronteras a los habitantes de Donetsk y Lugansk, que podrán entrar en territorio ruso sin visado.

De poco vale que el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, asegurara que la medida es "provisional" y "humanitaria", como respuesta al bloqueo ucraniano de las zonas rebeldes. Sus habitantes "no pueden recibir pensiones, subsidios ni acceder a la atención médica normal", explicó, convencido de que nadie ve en la decisión de Putin "un cambio de postura".