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Un misil de Estados Unidos derriba uno de sus satélites espía a la deriva

  • El Pentágono no puede confirmar si ha conseguido destruir el combustible tóxico de su interior · Rusia y China muestran su preocupación por esta operación, que consideran un nuevo ensayo antimisiles

La Marina estadounidense lanzó ayer un misil táctico contra un satélite espía que se precipitaba hacia la Tierra desde un barco de guerra situado en el Pacífico Norte, cerca de Hawai, informó el Pentágono.

El Departamento de Defensa tiene un "alto grado de confianza" en que el misil que lanzó contra el satélite espía estropeado y fuera de control, destruyó el tanque de combustible tóxico y consiguió que su contenido se disipara, según el subjefe del Estado Mayor Conjunto, el general James Cartwright.

En la operación, que fue ordenada por el presidente de EEUU, George W. Bush, debido a que su tanque de combustible contenía gases tóxicos (hidracina) que al chocar con la atmósfera y diseminarse puede representar un peligro para la población, también participaron los destructores Decatur y Russell.

"El misil ha sido lanzado y fue interceptado con éxito", indicó el Departamento de Defensa.

El Pentágono explicó a través de un comunicado que "el objetivo era destruir el tanque de combustible para disipar los aproximadamente 453 kilogramos de hidracina, un compuesto tóxico que podría ser nocivo para las personas en la tierra, antes de que (el satélite) entrara en la atmósfera", señaló el comunicado. "La confirmación de que el tanque de combustible fue fragmentado deberá estar disponible en las próximas 24 horas", añadió.

"Debido a la altitud relativamente baja del satélite en el momento de la colisión, los escombros empezarán a entrar en la atmósfera terrestre inmediatamente", explicó el Pentágono. Casi todos los trozos del satélite destruido se quemarán al penetrar en la atmósfera en un plazo de entre 24 y 48 horas, y los que queden lo harán antes de 40 días, agregó.

El satélite, conocido como L-21, había sido puesto en órbita desde la base Vandenberg de la Fuerza Aérea en 2006. La Marina disponía de un lapso de diez segundos para poder derribar el aparato. En caso de fallar se hubiera llevado a cabo una segunda tentativa en los días sucesivos, hasta el 29 de febrero.

En las últimas semanas las autoridades habían asegurado que existían pocas posibilidades de que los restos del satélite espía cayeran sobre zonas pobladas.

El consejero asesor adjunto de Seguridad Nacional, James F. Jeffrey, advirtió recientemente de que sólo había una posibilidad remota de que el satélite se desplomara sobre la Tierra, superara intacto la entrada en la atmósfera y diseminara gases tóxicos.

Defensa esperó hasta ayer para derribarlo para que la operación no supusiera ninguna amenaza en las labores de aterrizaje del transbordador Atlantis, que tras doce días de misión en la Estación Espacial Internacional (EEI) llegó ayer por la mañana al Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral (Florida).

Para la operación, Estados Unidos ha desembolsado unos 60 millones de dólares (41,38 millones de euros) para poder llevar a cabo esta tarea, muy seguida por los medios de comunicación estadounidenses debido a la espectacularidad y la precisión requerida en la operación. Defensa recordó que la comunidad internacional fue avisada de que se llevará a cabo el derribo y las razones del mismo.

Algunos países, como Rusia y China, mostraron su preocupación por esta operación, que consideraron un ensayo antimisiles.

Rusia advirtió ayer tras conocer la noticia contra la militarización del espacio. El experto en seguridad y ex jefe del Consejo de Seguridad ruso Andrei Kokoshin aseguró que Estados Unidos derribó el satélite para hacer una nueva demostración de su poderío militar. Se trata de una "nueva etapa en la militarización del cosmos", dijo citado por la agencia Interfax.

"No es ninguna novedad desde el punto de vista técnico-militar pero sí desde el político", criticó. Estados Unidos ya contaba con esta tecnología en tiempos de la Unión Soviética, agregó.

En Pekín, el portavoz del Ministerio chino del Exterior, Liu Jianchao, reclamó a Estados Unidos informar "ampliamente" a la comunidad internacional sobre el incidente para tomar medidas cautelares.

"China sigue de cerca los posibles perjuicios para la seguridad en el espacio y para los países afectados, causados por la acción estadounidense", agregó.

China destruyó hace poco más de un año un satélite meteorológico con un misil lanzado desde la tierra, despertando la protesta de Washington y los temores de una militarización del espacio exterior.

Washington negó buscar encubrir secretos tecnológicos o estar haciendo una demostración de poder, rechazando cualquier paralelismo con China.

Es la primera vez que Estados Unidos derriba un satélite desde 1985, cuando los militares norteamericanos probaron armas antisatélites. En la acción se usó el sistema Aegis de defensa antimisiles de Estados Unidos.

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