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Van Rompuy promete que la Unión Europea superará su 'annus horribilis'

  • Los principales partidos de la Eurocámara muestran su decepción por los resultados de la última cumbre y arremeten contra los líderes de los países y de las instituciones por la falta de avances de peso en la lucha contra la crisis

Los grandes grupos de la Eurocámara mostraron ayer su decepción por el resultado de la última cumbre europea en que se estableció un pacto fiscal del que decidió quedarse fuera el Reino Unido, una actitud que la mayoría de eurodiputados tachó de insolidaria.

El Parlamento Europeo echó en cara al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, quienes reconocieron que hubieran preferido un acuerdo a Veintisiete, la falta de avances de peso en la lucha contra la crisis en la UE.

Los eurodiputados acusaron a los líderes europeos de preocuparse en demasía por la austeridad en detrimento del crecimiento y de haber apostado por el plan B, el pacto intergubernamental, que no se regirá por las normas establecidas para la reforma de los tratados y que previsiblemente no dará gran protagonismo a la Eurocámara.

Van Rompuy lo dijo ayer con claridad meridiana pero en latín: la Eurozona, y por extensión toda la UE, vive un annus horribilis, uno de sus momentos más graves de las últimas décadas, aunque se superará el bache, prometió.

"No hay una solución milagrosa, en absoluto. La confianza que se ha perdido sólo puede restablecerse poco a poco. La crisis de confianza ha sido demasiado profunda para que haya un cambio de la noche a la mañana", comentó el ex primer ministro belga en una acalorada intervención en la Eurocámara, centrada en la crisis y en los acuerdos alcanzados en la última cumbre europea de Bruselas.

En ese sentido, Barroso también recordó que no hay ninguna solución automática para salir del pozo: "No hay ni panacea ni bala de plata, ni milagros", apuntó. "Esto se parece más a un maratón que a un sprint", agregó.

A pesar del baño de realidad de Bruselas, Van Rompuy expresó su confianza en que la UE superará esta fase de dificultades, que calificó en latín de año desastroso, aunque en la misma lengua prometió que las generaciones venideras recordarán que Europa pasó en estos años "del infierno" al "paraíso".

"Lo que vivimos ahora como un annus horribilis, y hablo con conocimiento de causa, más tarde se considerará como un periodo difícil, decisivo, en el que hemos creado las bases para que esta crisis no se reproduzca jamás, y hemos cambiado la Unión", subrayó.

Pero "lo que ahora es un annus horribilis, un día lo consideraremos como un annus mirabilis", el año milagroso, aseguró Van Rompuy, conocido por su afición a los clásicos greco-latinos y a los haikus (poemas breves japoneses).

Al mismo tiempo, el belga se mostró irritado por el hecho de que las principales plazas bursátiles no hayan reaccionado de manera tan positiva como se esperaba en Bruselas a los acuerdos alcanzados en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. "No podemos decir que los mercados financieros son corresponsables de la crisis actual y de los problemas que tenemos que superar y al mismo tiempo decir que esperamos los resultados de los mercados financieros para evaluar los resultados a nivel político en el Consejo Europeo", se lamentó.

Pero la parte más dura de la jornada en Estrasburgo se la llevó el primer ministro británico, David Cameron, contra el cual cargaron las tres principales fuerzas políticas en la Eurocámara: el Partido Popular Europeo (PPE), los socialistas y los liberales.

El veto que puso el británico, presionado por el ala más euroescéptica de su Partido Conservador, al gran pacto fiscal de la UE, al que se sumaron todos menos Londres, fue la diana imaginaria contra la cual dispararon ayer los eurodiputados de Estrasburgo.

"Si podemos prescindir de la solidaridad británica... no veo por qué los otros 26 (socios) deberían hacer más gestos con el Reino Unido", comentó Joseph Daul, líder del PPE.

Sus palabras hacían referencia a 1984, cuando en la cumbre europea de Fontainebleu, Francia, la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher lograba el cheque británico, cerca de 4.000 millones de euros anuales que Londres recibe como compensación por los menores beneficios que, en comparación con socios como Francia o España, obtiene de la Política Agraria Común (PAC).

"Esto no es una declaración de guerra... la solidaridad va en ambas direcciones, no sólo en una. El dinero de nuestros contribuyentes debería ser empleado para algo más que recompensar egoístas actitudes nacionales", subrayó Daul, en referencia a la actitud de Cameron.

También los líderes de la bancada socialista y socialdemócrata, además de los liberales, calificaron de inaceptable las exigencias de Londres, quien en su voluntad por proteger los intereses del corazón financiero del país, la City, quedó aislado del resto de socios.

No obstante, el grupo de Europeos Conservadores y Reformistas acusó a sus colegas del hemiciclo de convertir al Reino Unido en el "chivo expiatorio", mientras que el radical euroescéptico Nigel Farage aseguró que Londres simplemente decidió subirse "al bote salvavidas" mientras el resto de la UE navega "en el Titanic camino del desastre económico y democrático".

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