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El conflicto de oriente próximo Las colonias, principal escollo para las negociaciones por la paz

Pero, ¿quiénes son los colonos?

  • Además de los ultraortodoxos que defienden el ideal del Gran Israel, muchos de los habitantes de los asentamientos lo hacen por las ayudas y los alquileres más bajos

Las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos suponen abrir una caja de truenos que precisa de muchas y dolorosas concesiones de ambas partes. Pero cuando se le pregunta a un negociador palestino "¿por dónde hay que empezar?", todos coinciden en lo mismo: "primero acabemos con la colonización y la construcción de asentamientos y luego ya veremos".

¿Cómo sentarse a hablar de la creación de un Estado palestino cuando cerca de medio millón de los 7,5 de israelíes vive en sus territorios alentados por los sabrosos incentivos del Gobierno israelí? ¿Quién y por qué se atreve a movilizar a su familia para instalarse en territorios ocupados? Aunque según la legislación internacional todos los asentamientos son ilegales, existen diferentes razones que mueven a vivir en ellos y en la práctica no todos son iguales.

Según la Oficina Israelí de Estadística, el número de colonos judíos de Cisjordania se ha duplicado de los 140.000 de 1996 a los 300.000 actuales.

Todos ellos viven entre 2,4 millones de palestinos, cuya libertad de movimientos está seriamente restringida debido a los cientos de obstáculos militares establecidos para proteger a los colonos contra posibles ataques de radicales palestinos.

Al menos otros 200.000 israelíes viven en barrios judíos de Jerusalén como Giló, construido dentro de los límites de la ciudad pero más allá de la línea verde, que separa a Israel de Cisjordania y, por tanto, en territorio ocupado.

Israel reclama a esas colonias como barrios integrados en la capital que ellos mismo han autoproclamado aunque la comunidad internacional los considera igualmente "ilegales".

La mayor parte de los colonos son nacionalistas religiosos, que votan a partidos que van desde el Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu hasta formaciones aún más radicales, como Israel Nuestra Casa, del ministro de Exteriores Avigdor Lieberman, quien vive en uno de esos asentamientos.

Muchos de sus habitantes no viven en estos barrios por razones ideológicas sino porque se ofertan apartamentos a precios bajos en una ciudad plagada de alquileres elevados y con escasez de viviendas. Estos colonos no tienen la sensación de vivir en asentamientos ya que no existe una demarcación física que les separe del resto de la ciudad, de cuyo centro les separa un simple viaje en autobús.

Alquileres incluso más bajos hay en las zonas cercanas a la ciudad. Barrios como Ma'aleh Adumim y Gush Etzion están fuera de los límites de la ciudad pero también están bien comunicados. Israel quiere mantener estos territorios como parte de un futuro acuerdo de paz y ya anteriores primeros ministros ofrecieron un intercambio de terrenos como compensación.

Los palestinos, por su parte, se quejan de que los asentamientos no dejan de extenderse dentro de las ciudades y en sus alrededores y de que lentamente absorban el este de Jerusalén, que quieren convertir en la capital de su futuro Estado, más aún desde que para ellos resulta cada vez más difícil conseguir permisos para construir en los barrios árabes de Jerusalén.

Los colonos más radicales no viven junto a Jerusalén y la línea verde sino en asentamientos situados en Cisjordania. Los más extremos entre ellos llegaron incluso a calificar de "bolchevique" al ex primer ministro Ehud Olmert, tildaron a la Policía israelí de "nazis" y se refirieron a la Corte Suprema de Israel como "baluarte izquierdista".

Desde que arrebataron Cisjordania a Jordania en la guerra de 1967, Israel ha construido unos 121 asentamientos "oficiales" en el territorio ocupado, argumentando una unión bíblica e histórica con el país.

El último asentamiento oficial, Modi'in Illi, al suroeste de Jerusalén, fue construido por el Gobierno israelí en 1996, pocos años después de los acuerdos de Oslo, que lanzaron el actual proceso de paz, ahora mismo estancado, que debía solucionar el conflicto con la creación de dos Estados. Desde entonces, los colonos han establecido docenas más de asentamientos sin la autorización formal del Gobierno. Actualmente un centenar de ellos están repartidos en colinas a lo largo de Cisjordania.

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