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La nueva ley electoral italiana obligará a formar amplias alianzas para gobernar

  • El Senado da luz verde a un sistema mixto, proporcional y mayoritario que la izquierda critica

Un panel electrónico del Senado italiano muestra el resultado final de la votación de la nueva ley electoral, ayer en Roma.

Un panel electrónico del Senado italiano muestra el resultado final de la votación de la nueva ley electoral, ayer en Roma. / angelo carconi / efe

El Senado de Italia aprobó ayer de manera definitiva el controvertido proyecto de ley de reforma electoral que introduce un sistema mixto, proporcional y mayoritario, que hará muy difícil que un partido en solitario consiga la mayoría y obligará a formar amplias coaliciones para poder gobernar.

El nuevo sistema electoral, denominado Rosatellum bis, fue aprobado con un voto secreto por 214 votos a favor, 61 en contra y una abstención, y ahora tendrá que ser firmado por el presidente de la República, Sergio Matarella, y publicado en el Boletín del Estado.

El problema volverá a ser la ingobernabilidad, pues ningún partido logrará la mayoría"

A la aprobación de la ley, imprescindible ante la falta actualmente de un sistema electoral válido y las próximas elecciones previstas para 2018, se ha llegado entre las duras protestas del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y de una parte de la izquierda del país.

El debate de estos días certificó además la fractura definitiva con los escindidos del Partido Demócrata (PD) reunidos en el Movimiento Demócrata y Progresista (MDP), lo que puede ser importante de cara a los comicios generales.

Ahora la pregunta principal es si este nuevo sistema electoral dará gobernabilidad a un país en el que los resultados de las urnas impiden formar Gobierno, como ocurrió en las últimas elecciones de 2012 cuando Pierluigi Bersani (del PD) no lo consiguió y se abrió el periodo actual con tres primeros ministros no elegidos por los italianos.

El nuevo sistema electoral prevé que el 36% de los escaños de la Cámara de los Diputados y del Senado serán asignados con un sistema mayoritario basado en circunscripciones uninominales y el 64% de forma proporcional. Establece un umbral electoral del 3% de votos para que los partidos puedan acceder a las cámaras y del 10% en caso de que vayan agrupados en coaliciones.

Además el Rosatellum bis prevé la posibilidad de crear coaliciones pero sin la necesidad de presentarse unidas o con el mismo candidato, pues basta una "declaración de alianza" y las listas vinculadas que no lleguen al 3% pero superen el 1% podrán sumar sus votos al grupo.

Según los expertos, para conseguir una mayoría que dé tranquilidad para gobernar se tendría que sumar el 40% de los votos, lo que ninguno de los partidos actualmente conseguiría de acuerdo a los sondeos y por ello se prevén amplias alianzas.

Por ello, el que más resistencia ha opuesto a este sistema ha sido el M5S por considerar que ha sido ideado para beneficiar a las coaliciones y perjudicar sus aspiraciones, ya que ellos han asegurado siempre que concurrirán en solitario.

El principal partido gubernamental, el PD, ha conseguido sacar adelante el nuevo sistema con sus socios de Alianza Popular y el consenso de los opositores Forza Italia (FI) de Silvio Berlusconi y la ultraderechista Liga Norte (LN).

Según los sondeos, la jugada le podría salir cara al PD, cuyo secretario general, Matteo Renzi, ha roto con todos los elementos de la izquierda y tendrá que buscar aliados en la derecha o incluso en la misma Forza Italia si quiere gobernar.

En una de las últimas encuestas, la publicada por el instituto SWG, una posible coalición de centroderecha sumaría el 34% de los votos, mientras que el centroizquierda se quedaría en el 33,3% y el M5S en un 26,5%.

El resto de protagonistas en las próximas elecciones como los ex mandatarios Renzi o Berlusconi defendieron este nuevo sistema electoral ante la urgencia de aprobarlo, aunque coincidieron en que no les gustaba demasiado.

Para algunos politólogos, como Roberto D'Alimonte del diario La Stampa, "el problema en Italia volverá a ser el mismo marcado en las anteriores elecciones: la ingobernabilidad que saldrá de las urnas pues ninguno de los grandes partidos conseguirá la mayoría y se regresará al problema".

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