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Una prohibición que salvará vidas

  • Más de cien países acuerdan en Dublín una "histórica" medida que acabará con el uso de bombasde racimo aunque los principales productores y vendedores de este tipo de armas no han firmado

El acuerdo para una prohibición internacional de las bombas de racimo se logró más rápido de lo previsto. Diez días después de la apertura de las negociaciones en Dublin y unas 40 horas antes de su clausura, los medios británicos anunciaron la noche del miércoles "un punto de inflexión histórico" que ayer se hizo realidad.

Se trata de "un gran paso que hará el mundo un lugar más seguro", dijo el primer ministro británico, Gordon Brown. El ministro de Exteriores irlandés, Micheal Martin, se mostró orgulloso del papel que tuvo su país en las negociaciones y celebró el acuerdo como "una verdadera aportación a los derechos humanitarios internacionales".

"Creemos que traerá grandes cambios para personas de todo el globo y que salvará muchas vidas y extremidades", agregó Martin.

El Gobierno irlandés presentó ayer el texto oficial del tratado acordado por más de 100 países.

Fue Martin quien entregó a los representantes del Gobierno noruego una copia del nuevo tratado, que será ratificado por los 111 países firmantes en una ceremonia que se celebrará en Oslo el próximo 2 de diciembre.

El texto "prohíbe, bajo cualquier circunstancia, el uso, desarrollo, fabricación, adquisición y almacenamiento" de las bombas de racimo, al tiempo que refuerza la asistencia a las víctimas, la mayoría civiles.

Casi ninguna otra arma entraña un peligro tan mortal como los explosivos durmientes que esparce una bomba de racimo. Quedan ocultos en campos, árboles y caminos sin estallar, y pueden pasar años o incluso décadas hasta que destrocen la vida de un inocente.

Y lo que es peor, las víctimas no sólo suelen ser civiles sino que además en la mayoría de los casos son niños que confunden el explosivo con un juguete.

Miles de personas en Afganistán, Iraq o el Líbano (y una lista de hasta 30 países, según la ONU) pierden de ese modo brazos y piernas, la audición o la vista.

Muchos sobreviven deformados o con el rostro irreconocible. Incluso en Vietnam los agricultores que trabajan el campo están en riesgo por la herencia de una guerra que terminó hace décadas. El acuerdo alcanzado en la conferencia estipula un importante incremento de ayudas a las víctimas y la limpieza de zonas afectadas. Cientos de supervivientes y sus defensores de organizaciones humanitarias hablaron de un éxito que supera con creces las expectativas.

"Perdí los brazos y las piernas, pero para gente como yo este acuerdo visionario representa un cambio", elogió el serbio Branislav Kapetanovic.

También mostró su satisfacción Samantha Rennie, portavoz de las ONG. "Después de años de duro trabajo y de meses de preparaciones intensivas alcanzamos un consenso que permitirá prestar atención a estas armas ocultas (...) Sin duda salvará más vidas que la prohibición de las minas".

Las reacciones ante este importante pacto no se hicieron esperar y todos los firmantes coincidieron en calificar de "histórico" el tratado a pesar de que los principales productores de bombas de racimo, Estados Unidos, Rusia, Israel, India y Pakistán, no se sentaron a negociar en Dublín y por el momento no tienen previsto unirse a la convención.

El impacto del acuerdo se ha visto suavizado por una polémica cláusula, conocida como Artículo 21, que permite a las tropas de un Estado firmante cooperar con un aliado que utilice estas armas, como es el caso de Estados Unidos.

"Otros han calificado el Artículo 21 como una laguna jurídica", explicó Earl Turcotte, portavoz de la delegación canadiense, "nosotros lo consideramos un elemento esencial de protección legal para acomodar situaciones en operaciones conjuntas que podrían estar más allá de nuestro control", indicó durante la conferencia.

Además, algunas de las organizaciones que militaron activamente por el tratado reconocen que es el resultado de un compromiso, en el que se han tenido que hacer concesiones. Por ejemplo, el acuerdo no incluye la prohibición de un tipo de bombas de racimo superinteligentes, que están dotadas de un sistema de radar y que pueden autodestruirse o desactivarse en el caso de que no estallen en el momento del ataque.

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, felicitó ayer por sus esfuerzos negociadores a los países firmantes del tratado internacional contra este tipo de armas que causan cientos de muertes y pérdidas de miembros, al tiempo que instó a "todas" las naciones a suscribir sus contenidos.

También reaccionó de inmediato la comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, quien celebró el "importante paso" dado durante esta Convención de Dublín. Esta decisión "aumenta la seguridad de las víctimas de conflictos en muchas regiones del mundo", consideró Waldner.

Francois De Keersmaeker, de la organización humanitaria Handicap International (HI), destacó en este sentido la influencia en la sombra que ejerció EEUU: durante las negociaciones Washington mantuvo un fluido tráfico telefónico con las capitales de los países participantes e incluso con las delegaciones en Dublín.

Al mismo tiempo, esa actitud también revela que Estados Unidos sintió la presión del acuerdo. "No podrán utilizar su munición de racimo como hasta ahora si se sienten observados por el resto del mundo", especuló Keersmaeker quien añadió que "hay que observar con cuidado si la presión moral es lo suficientemente fuerte".

Por su parte, la organización humanitaria Human Rights Watch (HRW) aseguró ayer que el nuevo acuerdo "salvará miles de vidas en las próximas décadas", y "hará del mundo un lugar más seguro para millones de personas", declaró el director de la división de HRW, Steve Goose.

Según las organizaciones civiles, a pesar de la ausencia de los grandes productores y compradores de este tipo de armamento como Estados Unidos y Rusia, el tratado adoptado en Dublín tendrá el mismo alcance histórico que la Convención de Ottawa donde se prohibió las minas antipersona en 1997.

La conferencia finalizó ayer con una hora de celebraciones para festejar el acuerdo donde los participantes soltaron 500 globos al aire seguido de un gran aplauso en un gesto de visible.

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