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La región contiene la respiración

  • La muerte de Kim Jong-il crea un clima de incertidumbre en la península coreana, en vilo por el rumbo que tomará su hijo y sucesor en cuestiones vitales para la estabilidad

El anuncio ayer de la muerte del líder norcoreano Kim Jong-il ha creado un clima de incertidumbre en la península coreana, en vilo por el rumbo que su hijo menor y sucesor, Kim Jong-un, tome en cuestiones vitales para la estabilidad regional, como el programa nuclear de Pyongyang.

Nada más conocerse la noticia, la vecina Corea del Sur -en guerra técnica con el Norte desde que el conflicto entre ambos terminara en armisticio-, Japón, EEUU y China se apresuraron a abrir líneas de diálogo para anticipar "posibles imprevistos", como indicó el ministro portavoz nipón, Osamu Fujimura.

Estos países, junto con Corea del Norte y Rusia, forman parte del diálogo multilateral para la desnuclearización del régimen norcoreano, estancado desde que en abril de 2009 Pyongyang se retirase del mismo un mes antes de hacer un ensayo nuclear.

Este año, Corea del Norte se mostró dispuesta a acercarse a la comunidad internacional y reanudar esas conversaciones a cambio de ayuda, para lo que llevó a cabo contactos bilaterales con Washington y Seúl, en un aparente intento de limar asperezas y ofrecer más información sobre su programa de uranio.

Pyongyang reconoce abiertamente que enriquece uranio, pero asegura que se enmarca en un proyecto de uso civil y no militar, algo que EEUU y Corea del Sur no creen.

Con la muerte de Kim Jong-il, que apenas cuatro meses antes expresó interés por retomar las negociaciones antinucleares, se abre una nueva etapa, la de Kim Jong-un, llena de interrogantes.

Se espera que el hijo menor del dictador, que se cree tiene 28 años, siga la línea de mano de hierro de su padre, aunque su inexperiencia, para analistas surcoreanos, podría crear un hermetismo aún mayor del régimen comunista.

El momento aparece especialmente delicado, especialmente después de que delegados de Corea del Norte y EEUU mantuvieran una reunión el viernes (un día antes de la muerte de Kim) en la que, supuestamente, Pyongyang habría aceptado suspender su enriquecimiento de uranio a cambio de que Washington reanudase su ayuda alimentaria.

Algunos expertos consideran que, tras el fallecimiento de su padre, Kim Jong-un podría decantarse por consolidar la nueva situación interna antes de emprender de nuevo las conversaciones sobre el programa nuclear.

Para Cha Doo-hyeon, experto del Instituto para Análisis de Defensa de Seúl, el control del sucesor no es aún sólido y necesitará apoyo del aparato político para sobrevivir a la desaparición de su padre.

Además, la juventud de Kim Jong-un podría despertar recelos en las élites políticas y militares, así como entre la ciudadanía de Corea del Norte, cuya sociedad, anclada en los tradicionales principios del confucianismo, considera la edad como un factor importante de autoridad y respeto.

El avance al poder del fallecido Kim Jong-il se produjo sólo después de un largo periodo de preparación desde que en 1961, a los 19 años, ingresó en las filas del Partido de los Trabajadores. Desde entonces ascendió progresivamente y ocupó diversos cargos en el departamento del Comité Central del Partido de los Trabajadores durante 30 años, hasta que en 1991 fue nombrado comandante supremo del Ejército Popular de Corea y asumió el poder en 1994.

Kim Jong-un logró el respeto de la elite, afirmó el politólogo Paik Hak-soon, del instituto de inversión privada Sejong, cerca de Seúl. "Pudo consolidar su base de poder en los últimos meses". Y en cuanto estabilice su mando, podrá estampar su sello en la política del país.

Tras la muerte de Kim Jong-il no habrá vacío de poder, cree también el director de proyectos de la Fundación Friedrich Naumann en Seúl, Walter Klitz. Y es que "Corea del Norte se llevaba preparando tres años para la sucesión". Sin embargo, Pyongyang habría deseado tener un poco más de tiempo. Klitz no descarta nuevas provocaciones contra Corea del Sur "para mostrar quién manda en casa".

Se espera que Kim Jong-un, cuya trayectoria es mucho más corta que la de su padre cuando ascendió al poder, dependa de Jang Song-Thaek, cuñado de Kim Jong-il y vicepresidente de la poderosa Comisión de Defensa Nacional. Jang, casado con la hermana menor del fallecido líder, se ocupa de asuntos de seguridad y defensa, así como de proyectos para atraer la inversión extranjera, vitales para sostener al empobrecido país.

En Corea del Sur algunos analistas esperan que Jang se convierta en regente de Kim Jong-un, y se constituya como una figura clave para el traspaso de poder, aunque tampoco se descarta totalmente que se abra un conflicto en el seno del régimen.

La transición no se antoja fácil por varios factores: Corea del Norte vive en permanente crisis económica desde la caída de su gran aliado, la URSS, en 1991, y sólo el estricto control ideológico y militar evitó hasta ahora que se produzcan revueltas importantes.

Además, la sociedad global de la información ha abierto resquicios en su intento por crear un halo de hermetismo en el país y muchos norcoreanos acceden hoy a informaciones sobre la prosperidad en la democrática Corea del Sur.

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