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A la sombra del islamismo turco

  • Los islamistas, los grandes favorecidos en los procesos electorales en Túnez, Egipto y Marruecos, se fijan en el modelo de éxito del AKP del primer ministro Erdogan

Los islamistas, fortalecidos por sus progresos electorales en el mundo árabe, observan atentamente el modelo turco, pero deberán antes que nada hacer frente a los desafíos económicos en sus países, minados por el desempleo y la pobreza, según los analistas.

"Ven a Turquía como modelo porque el éxito del AKP mejoró mucho la vida de los turcos", dijo Shadi Hamid, del Centro Brookings de Doha, refiriéndose al Partido de la Justicia y el Desarrollo turco (AKP) que gobierna en Ankara.

Ennahda, la formación que ganó las elecciones en Túnez, reivindica abiertamente el modelo turco. El primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, realizó una comentada gira en octubre por los países de la primavera árabe, en particular Egipto y Túnez, durante la cual se entrevistó con dirigentes de Ennahda y de los Hermanos Musulmanes egipcios.

En la capital tunecina, Erdogan explicó que "islam y democracia no son contradictorios" y que "un musulmán puede administrar un Estado con mucho éxito".

"El AKP se ha vuelto una especie de guía para estos partidos islamistas", estimó Abdel Bari Atwan, redactor jefe del diario Al Qods el Arabi, publicado en Londres. "Quieren imitarlo, tras verlo transformar a Turquía en 17ª economía mundial", agregó.

Después de haber sufrido décadas de represión bajo regímenes laicos dictatoriales, "el islam político es una etapa necesaria hasta que se organicen otros partidos", estimó por su parte Khattar Abou Diab, de la Universidad de París Sur. "Entonces sí sabremos si el islam es la verdadera solución", añadió, refiriéndose a un eslogan usado por algunos islamistas.

Las insurrecciones en los países árabes fueron protagonizadas por gente que reclamaba más libertad y, sobre todo, más justicia social y mejores perspectivas económicas.

Por lo tanto, consideraron estos analistas, es necesario brindar a los islamistas la posibilidad de gobernar, pese a ciertos temores que provocan en sectores laicos o en países occidentales.

"La democracia es el resultado de las urnas. Si el pueblo eligió a los islamistas, así ha de ser", declaró Atwan. "Nunca estuvieron en el poder, así que se puede probar", añadió.

"A Occidente no le queda otra opción. Es muy sencillo: las elecciones libres llevaron al poder a los islamistas y hay que respetar ese resultado democrático", estimó, por su parte, Hamid.

"En lugar de reaccionar de forma impulsiva y haciendo amalgamas sobre el islam, los países occidentales reaccionan con prudencia y pragmatismo, confiando, en cierto modo, en la sociedad civil para resistir a los eventuales intentos de acallar las libertades", indicó por su parte, Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).

Por otra parte, los islamistas "ganaron en parte porque siempre estuvieron con los pobres", gracias a sus poderosas organizaciones caritativas y, "de ese modo, la economía se convirtió en una de sus prioridades", afirmó Atwan.

Los observadores coinciden en afirmar que la ola islamista en la región también está vinculada con el hecho de que otros partidos no lograron presentar programas lo suficientemente estructurados, mientras que los islamistas sí estaban muy bien organizados.

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