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La violencia estalla en la República del Congo tras el éxito de Kabila

  • Los seguidores de su rival, Etienne Tshisekedi, se niegan a reconocer los resultados

La violencia y la confusión reinaron ayer en la capital de la República Democrática del Congo (RDC), donde se registraron numerosos choques protagonizados por seguidores de la oposición tras el anuncio de la victoria del presidente del país, Joseph Kabila, en los comicios del pasado 28 de noviembre.

Según pudo constatar Efe, las calles de varios distritos de Kinshasa se han convertido en verdaderos campos de batalla, donde partidarios de la oposición, armados con piedras, machetes y cócteles molotov, se enfrentan con las fuerzas de seguridad, que utilizan gases lacrimógenos o disparan al aire para dispersar a la multitud.

En concreto, varios grupos de jóvenes seguidores del líder de la oposición, Etienne Tshisekedi, que según los resultados preliminares quedó segundo en la carrera hacia la Presidencia con un 32,33% de los votos, levantaron barricadas en diversas calles de la capital con neumáticos incendiados, dispersados más tarde por la Policía.

Estas escenas de violencia fueron especialmente intensas en la entrada los barrios de Matete y Mombele, en el municipio de Limete, donde se encuentra la sede del partido de Tshisekedi, la Unión para la Democracia y el Progreso Social (UDPS).

Matete, considerado uno de los barrios más problemáticos de Kinshasa, fue también escenario de violentos enfrentamientos durante la campaña electoral, periodo durante el cual murieron al menos 18 personas, según cifras de la organización Human Rights Watch (HRW).

El ya tenso ambiente que se ha vivido en la RDC durante todo el proceso electoral alcanzó el viernes su momento decisivo después de que Tshisekedi se negara en rotundo a aceptar los resultados de las elecciones.

"Considero los resultados como una verdadera provocación a nuestro pueblo y los rechazo de pleno", dijo Tshisekedi, quien sin embargo apuntó que no presentará ninguna reclamación ante el Tribunal Supremo, puesto que es "un órgano judicial que está absolutamente controlado por el Gobierno".

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