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Cultura

Casi todo suena igual

A mediados de este año inhóspito, un equipo de científicos españoles sacó a la luz un informe para venir a decir que la música pop actual es elemental y estrepitosa. Parece que le dan la razón a aquella advertencia sobre la banda de heavy metal Motörhead: si se van a vivir a tu vecindario nunca volverá crecer la hierba en tu jardín. 

El estudio en cuestión fue dirigido por el especialista en inteligencia artificial Joan Serra, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), y fue publicado por la revista Scientific Reports, con el título de Measuring the Evolution of Contemporary Western Popular Music. Para su trabajo se sirvieron del archivo Million Song Dataset, elaborado por la Universidad de Columbia (EEUU) que les permitió con el auxilio de la última tecnología convertir en algoritmos canciones de las últimas décadas, entre 1955 y 2010. El estudio abordó los datos de 464.411 temas de  estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica, con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra. Gracias a las nuevas herramientas informáticas han podido realizar una tarea que de otro modo les habría llevado 16 años, 365 días al año, 24 horas al día.

 

En declaraciones a distintas agencias y medios, Joan Serra afirmó que habían encontrado pruebas inequívocas de una "homogeneización progresiva de la música. Obtuvimos indicadores numéricos de que la diversidad de transiciones entre combinaciones de notas, hablando de coros y melodías, ha disminuido constantemente en los últimos 50 años".

A modo de conclusión, el investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC afirma que se constata con datos empíricos "una importante degradación de convencionalismo, en el sentido de la obstrucción o falta de evolución en la creación y producción de la música contemporánea occidental popular". Y como ejemplo comparativo, recuerda que en la década de los sesenta grupos como Pink Floyd "experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora".

 

"Yo a esa mierda de música llamada rock and roll, no le doy ni cinco años de vida", decía Frank Sinatra en 1959. El término Música Pop se comenzó a usar para distinguirla de la música llamada culta, y pasó a englobar una variada suerte de estilos, desde el sencillo folk americano hasta el jazz, junto al blues, al rock y sus derivados. Con el paso del tiempo y su cada vez mayor aceptación, la industria y el mercado comenzaron a marcar ciertas tendencias para consumo de una mayor masa de jóvenes: letras pegadizas y músicas sencillas. Lo que viene a constatar esa investigación es  un estudio de mercado. Es decir, el mercado favorece en la industria musical la aplicación de una fórmula, en la que se incluye el aumento del volumen al que se graban las canciones que pasan a sonar todas de forma similar. 

 

Esta fama de pobreza intelectual de las modas musicales no es nueva. "Lo más grande del rock and roll es que alguien como yo pueda ser una estrella", dijo Elton John. Y a él no le hizo falta una investigación tan profunda para sostener hace años que "los artistas modernos me suenan todos igual. No distingo a Girls Aloud de The Saturdays, o Cheryl Cole. Es todo basura. Ese pop británico es lo peor, y podría hacerlo cualquiera". La constatación de que la mayoría de las canciones pop que se consumen son parecidas es algo que no se le escapa a ningún buen aficionado. Cabe preguntarse si en ese estudio usaron parámetros para distinguir hitos de mitos, calidad de banalidad, a Santiago Auserón de Bisbal.

No hay nada nuevo en este campo aparte de que lo confirmen tremebundos estudios de inteligencias artificiales. El gran Keith Richards ya lo tenía claro: "Cinco cuerdas, tres notas, dos dedos, un imbécil, ¡y ya lo tienes!"  

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