Crítica de Música

Amadísimo y lírico Brahms

Para el último concierto del ciclo Amado Brahms dejó John Axelrod las dos piezas capitales de la producción orquestal del compositor. Era sin duda una de las fechas señaladas del curso, pues coincidía con la presencia como solista del onubense Javier Perianes, quien no hace mucho que ha introducido en su repertorio el monumental 2º concierto del músico alemán.

Desde el mismo arranque, Perianes lleva el concierto a su terreno: la articulación es nítida; el sonido, perlado, finísimo; la variedad de matices dinámicos tiende al infinito. Ahora bien, eso no significa que su versión cayera ni en el vacuo preciosismo ni en la blandura: ahí quedó por ejemplo la reexposición junto a la orquesta del tema del Scherzo, presentada con la potencia y el ímpetu requeridos. Fue, sí, un Brahms más lírico que dramático, cantable en muchos momentos, pero que no perdió ocasión de contrastar caracteres, con un Scherzo afilado, un Andante muy flexible, sensible, aunque menos ensoñador de lo esperado, y un final de ligera y rica impronta rítmica. En la propina, Perianes dejó una de esas Piezas líricas de Grieg que domina hoy como pocos gracias a la hipnótica exquisitez de su sonido, especialmente en las gamas dinámicas más tenues.

Axelrod había acompañado el concierto con muy apreciable claridad y en la segunda parte dejó claro que conoce bien el mundo sinfónico brahmsiano, pues la variedad de matices que dejó por toda la composición resulta en verdad abrumadora. Su mirada hacia la obra es también esencialmente lírica, incluso bienhumorada (como en el Scherzo), y se apoya en un tratamiento depuradísimo del equilibrio tímbrico, muy apreciable por ejemplo en los balances entre la madera y la cuerda de un Andante de fraseo flexible e impoluta claridad polifónica. Intensa y magníficamente planificada la vibrante chacona final.

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