Crítica de Teatro

Arqueología ritmo y justeza

Al tiempo que completa el esfuerzo arqueológico ya iniciado en anteriores proyectos, Nao d'amores profundiza en el legado de Juan del Enzina compaginando ahora la música con el texto teatral en una demostración de precisa armonía que permite el destello de un estilo aparentemente sencillo y que el buen hacer de la compañía mantiene vivo y fresco.

La misteriosa contemporaneidad con la que estas églogas nos caen encima tiene que ver con el arte del ritmo y la búsqueda de la distancia justa. En cuanto al primero, nos referimos por supuesto al medido acoplamiento de música e interpretación, también a un feliz y secreto clima de promiscuidad escénica según el cual el estatuto de quien se sube a las tablas no está del todo claro (el músico es un poco intérprete y éste bailarín). Finalmente, aquí, ritmo en cuanto pulso tomado a una determinada rapidez en la ejecución de los elementos expresivos: despliegue que, gracias al físico, digamos, a lo Keystone, de Javier Carramiñana, Alejandro Saá e Irene Serrano, recuerda a las divertidas y melancólicas aceleraciones del slapstick y a su portentosa economía de medios.

Y es persiguiendo la escurridiza distancia justa, que Nao d'amores, como acostumbran, vuelven a sacudir la cronología, haciéndonos gozar de un exquisito entredós cómico-dramático en el que no resulta difícil para el espectador asumir la filiación con estos inquietos pastores y ninfas ya subyugados, ya liberados, por la siempre drástica, y a veces ciega, irrupción de los certeros venablos de Cupido.

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