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Cultura

Del 'Arte de la pintura' de Pacheco al centenario de García Ramos

  • La pinacoteca sevillana afronta con imaginación y alianzas estos tiempos duros

José García Ramos (Sevilla, 1852-1912), discípulo y amigo de José Jiménez Aranda, murió hace 100 años en esta ciudad cuya vida cotidiana inmortalizó en sus célebres lienzos de bandoleros, majos, toreros y cantaores. Fue, con su gracia, ingenio, expresividad y técnica minuciosa, uno de los máximos representantes del costumbrismo sevillano finisecular. La pintura de García Ramos sigue gozando de gran atractivo entre los coleccionistas de la ciudad, como demuestran los precios de remate que obtienen sus obras en las diversas subastas de Arte, Información y Gestión.

El Bellas Artes de Sevilla cuenta entre sus fondos con una veintena de lienzos del artista, entre ellos, títulos tan valiosos como Baile por bulerías (1884), con la que García Ramos obtuvo la medalla de oro en la Exposición de Sevilla de ese año, o Malvaloca (1912), dedicada al personaje creado por los hermanos Álvarez Quintero.

Para la directora del museo, Valme Muñoz, era "obligado" recuperar su figura en este año y, debido a la falta de presupuesto, el discurso expositivo de la retrospectiva que le dedicará en otoño será similar al que se dio en el caso de Gonzalo Bilbao: lienzos del artista procedentes de los fondos de la pinacoteca junto a otras obras de sus coetáneos que permitan ahondar en las características de ese regionalismo andaluz.

Además, como avanzó Diario de Sevilla, la pinacoteca celebrará en octubre los 300 años de la Biblioteca Nacional dando cabida al ciclo Otras miradas, que mostrará en Sevilla la primera edición de El arte de la pintura de Pacheco, joya bibliográfica de la institución madrileña.

Ese mes se inaugurará en el Hospital de los Venerables Murillo y Justino de Neve. El arte de la amistad, coproducida por el Prado, Focus y la Dulwich Picture Gallery. Coincidiendo con la muestra, el Bellas Artes acogerá itinerarios complementarios y conferencias porque, aún hoy, es imposible entender a Murillo sin visitarlo aquí, en el antiguo Convento de la Merced.

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