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Cultura

Cante en La Unión

  • La 49ª edición del Festival Internacional de Las Minas homenajeó a Vicente Amigo y premio a otro cordobés, El Churumbaque, con la Lámpara Minera

La Unión es un estado de ánimo. Diría que en ningún lugar suena la minera como en La Unión. Tampoco la cartagenera, la murciana, la levantica y todo ese repertorio lírico, austero y sensual, que hoy conocemos como cante de las minas. Lo diría, pero sería una estupidez puesto que, con excepciones puntuales en lo que se refiere a la cartagenera de Chacón, estos estilos apenas se escuchan en otro escenario flamenco que no sea el Antiguo Mercado de La Unión. Este recinto, conocido en aquellos pagos como la Catedral del Cante, es el marco del Festival Internacional del Cante de las Minas, cuya 49ª edición se cerró en la madrugada del domingo pasado.

El festival presenta dos bloques que se reparten casi al 50% los nueve días de la duración del evento. Por un lado tenemos las actuaciones de artistas consagrados, y por el otro las de los jóvenes intérpretes que compiten por la Lámpara Minera, máximo galardón que concede el festival, y el resto de premios. Entre los artistas consagrados que este año hemos visto en La Unión destacó un Arcángel pletórico. Ofreció el de Huelva un recital muy completo, con las dosis precisas de cálculo e improvisación. La voz dúctil del cantaor emocionó por soleá y alegrías. En las seguiriyas estuvo intenso y en los fandangos onubenses, maestro. Miguel Ángel Cortés ofreció un acompañamiento ideal con su estilo sobrio, adusto, contrapunto exacto de la voz aguda y plástica del cantaor. Otra onubense, Argentina, dejó boquiabiertos a los unionenses en su primera comparecencia en el festival. Por su poderío vocal, su ritmo exacto, y la gran energía que desplegó en escena. A este último objetivo contribuyó en gran medida un grupo en estado de gracia del que destacó el inefable compás del Bobote.

El baile lo puso un Amargo desangelado y la guitarra corrió a cargo de Vicente Amigo y Carlos Piñana. Amigo recibió además el Castillete de Oro, es decir, el homenaje del festival en esta su 49ª edición. El cordobés correspondió con una larga y emotiva actuación de la que destacó el intimismo melódico de la primera parte, con composiciones de su primera etapa, frente al ritmo machacón de la segunda. No obstante, como dice Manuel Navarro, coordinador del festival desde hace años y configurador de la fisonomía actual del mismo, la "almendrilla" de este evento es su concurso. O concursos ya que, además de los ocho premios de cante, se conceden también en La Unión galardones de baile, guitarra y, como novedad de este año, uno para otros instrumentos.

La Lámpara Minera ha correspondido este año a un artista cordobés, El Churumbaque, que acudía por cuarta vez consecutiva a competir por el trofeo. Posee este intérprete un estilo bronco, de gran potencia vocal, que resulta más solvente en los estilos a compás. De hecho, en La Unión ha obtenido también un premio por soleá. El Desplante, máximo galardón que se concede al baile en La Unión, ha correspondido a Ana Morales, una joven bailaora catalana que desarrolla su actividad en Sevilla desde hace unos años. Es una intérprete muy técnica y perfeccionista, que deslumbró con una colorida bata de cola en las alegrías ya el primer día del concurso. Andrés Cortés Fernández se ha alzado con el primer premio de guitarra y el saluqueño Borja Évora ha obtenido, con su interpretación al piano, el flamante galardón a un instrumentista.

La Unión es un festival necesario por su reivindicación de los estilos mineros, entre los que debemos incluir las tarantas de Linares y Almería. Un repertorio melódico excepcional establecido a finales del siglo XIX por Antonio Chacón, El Rojo el Alpargatero y El Cojo de Málaga. Y, en menor medida, por La Peñaranda, Basilio, El Tonto Linares, Emilia la Satisfecha, etc. Lógicamente, en La Unión se potencia y se premia una determinada concepción de los cantes mineros, la propia de esa área, la definida ya en el siglo XX por Piñana, Pencho Cros y Encarnación Fernández.

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