Crítica de Cine

Civilización y barbarie

bone tomahawk

Ciclo 'SEFF365'. Western, EEUU, 2015, 127 min. Dirección, guion y música: S. Craig Zahler. Fotografía: Benji Bakshi. Intérpretes: Kurt Russell, Patrick Wilson, Matthew Fox, Richard Jenkins. Teatro Alameda, jueves día 31.

Mientras algunos se empeñan en sepultar el western como vestigio del cine clásico norteamericano, una saludable corriente regeneradora, aislada y francotiradora, sigue dejando perlas de una particular relectura de la mitología, el paisaje y los asuntos de ese género que, entre otras cosas, ha contribuido a forjar la Historia de los Estados Unidos entreverando lo factual con la leyenda.

Más allá de engendros oportunistas tipo Cowboys vs. Aliens, cintas como Meek's Cutoff, Slow West, Los odiosos ocho, Deuda de honor o esta despojada Bone Tomahawk, del debutante y rockero S. Craig Zahler, desnudan el género hasta las esencias, lo inundan de silencio, le devuelven la palabra y la teatralidad o, en este caso, lo asocian libremente con el cine de terror, para revitalizarlo con respeto por sus formas y estructuras y una voluntad manierista o neo-realista.

Bone Tomahawk enseña el hueso con su esquema lineal, su tempo pausado, su minimalismo narrativo y su trayecto hacia la muerte, en un duelo diferido entre las fuerzas telúricas de una nación primitiva, salvaje y violenta, representada por una remota tribu de indios cavernícolas, y el puñado de hombres, representantes de la ley, la ciencia y el progreso, que tendrán que adentrarse en lo desconocido.

El filme camina así al paso lento del grupo, dilatando entre escenas junto al fuego de verbo sólido, irónico y florido la inevitable confrontación con el mal en su forma más cruenta, un mal sin razones que se impone como una de las figuras del terror más contundentes y explícitas del cine reciente.

Kurt Russell vuelve a encajar con naturalidad en ese universo varonil y moral en el que la fuerza bruta y los buenos modales libran su particular duelo. A su lado, Patrick Wilson, un sentencioso Richard Jenkins o Matthew Fox conforman este grupo poco salvaje y autoconsciente que se enfrentará, sacrificándose, a la edad más pretérita y animal del hombre, una edad en el fondo no tan extinguida.

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