Crítica de Cine

Correcto (y hagiográfico) retrato de Marx

August Diehl, en el papel de Marx.

August Diehl, en el papel de Marx.

Raoul Peck es un activista, un político (fue ministro de Cultura) y un cineasta haitiano cuya familia -el padre era un ingeniero agrónomo que trabajó para la FAO y la Unesco- abandonó su país huyendo de la dictadura de Duvalier para establecerse en la República Democrática del Congo. Formado en Francia, Alemania y Estados Unidos, debutó con una película de ficción sobre los exiliados tahitianos en Nueva York (Haitian Corner, 1988) y un documental sobre Lumumba (Lumumba, la muerte de un profeta, 1990). Tras ellas todas sus obras de ficción o documentales, muchas centradas en Haití, tratan de cuestiones políticas relacionadas con el racismo, el tercer mundo o el poscolonialismo. Alcanzó fama mundial tras los premios y nominaciones -entre ellos al Oscar y el Bafta- de su documental I Am Not Your Negro, sobre el movimiento reivindicativo afroamericano.

Sorprende -por tratarse de una película histórica ambientada en el París del siglo XIX- a la vez que es lógico dada su trayectoria e ideología -por tratarse de una biopic sobre Marx- que Peck haya hecho esta incursión en el cine histórico. El guión está escrito por él y Pascal Bonitzer -un histórico de la revista Cahiers du Cinéma de oscuro (para quien no ame las dictaduras genocidas) pasado maoísta- y se centra en la relación entre Hegel y Marx durante sus años jóvenes de maduración que culminarán con El manifiesto comunista.

Lo curioso es que esta película sobre el revolucionario más influyente de la historia contemporánea sea tan sumamente conservadora en sus formas, recordando a los biopics televisivos por su aseada reconstrucción de la época y el tono hagiográfico con que se trata al protagonista, incluida su vida sentimental y familiar, del que sólo se insinúan algunos matices oscuros. Su afán es didáctico e ideológico: mostrar la conformación del pensamiento de un Marx enfrentado a los abusos de la revolución industrial y la vigencia de su pensamiento. Lo primero lo logra. Lo segundo depende de la ideología del espectador. Al igual que de ello depende que se considere un acierto o un error que para mostrar la actualidad de Marx más allá de sus circunstancias históricas e incluso de los hoy desaparecidos o decaídos regímenes comunistas la película se cierre con una canción de Bob Dylan sobre imágenes de guerras o situaciones de explotación y marginación de ayer y hoy.

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