Crítica de Música

Creatividad y virtuosismo

Precedida por una gran fama tanto como intérprete como en su faceta improvisadora, la venezolana Gabriela Montero ofreció un magnífico recital en el que el público pudo disfrutar de ambas facetas de esta artista singular.

La primera parte, dedicada a Schubert y Schumann, dejó apreciar a una pianista de enorme personalidad, capaz de insuflar un aire personal a las obras interpretadas. Sobresale en ella la claridad de su articulación y la precisión de la pulsación, siempre controlada (bueno, menos en los pasajes finales del Carnaval en los que se apreciaron algunas notas erradas), lo que le habilitó para extraer del achacoso instrumento del Maestranza un sonido transparente y de enorme variedad de matices cromáticos.

En los cuatro Impromptus de Schubert Montero optó, en el caso de los más pausados (primero y tercero), por estirar los tempos hasta el límite, ralentizando el fraseo justo hasta donde el discurso se mantiene y no se cae. Si bien no comparto el exceso de rubato y la lentitud que en mi opinión le resta fluidez a la música de Schubert, reconozco que este enfoque puede aportar aún más carga poética a una música ya de por sí cargada de significación. En el caso de los más movidos, así como en el Carnaval, Montero desplegó una enorme capacidad de clarificación y de transparencia polifónica.

En la segunda parte su capacidad improvisatoria hizo las delicias del respetable.

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