Crítica de Cine

Crisis, ¿qué crisis?

Resulta sintomático comprobar cómo dos de los directores más destacados de la vertiente progre madrileña del cine de la Transición, Martínez-Lázaro y Colomo, han acabado 40 años más tarde al frente de las nuevas comedias populares prefabricadas desde las televisiones privadas y cortadas por un mismo diseño (cartelería incluida) que alienta las identificaciones más elementales de una audiencia, digámoslo suavemente, poco exigente con lo que le ponen por delante. La tribu insiste, como Sin rodeos, en revestirse de un cierto aroma social y empoderado en su falseado marco proletario y precario (de los ninis de barrio a las kellys de hotel) para encajar la ridícula historia, de torpes reminiscencias screwball (el buen tonto amnésico entre un gineceo dorado), de un ejecutivo agresivo (Paco León, en su línea) caído en desgracia y redimido por la vía de la maternidad biológica, el baile y la expiación pública en un concurso televisivo.

El guión que firman el propio Colomo, Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano disfraza así de mensajes políticamente correctos su estupidez congénita, mientras que el director se invisibiliza tras los decorados de estreno de teleserie y una puesta en escena que sólo se hace notar, para mal, cuando quiere ponerse paródica y juvenil en los números musicales. También va siendo hora de recomendar a Carmen Machi un descansito de su talento, desperdiciado y engullido por la dinámica burda y reaccionaria de estos productos no ya populares sino populacheros.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios