Cultura

Cuestión de detalles

Solista: Paula Coronas, piano. Director: Michael Thomas. Programa: Divertimento en si bemol mayor KV 137 de Mozart; 'Noches en los Jardines de España' de Falla (en versión de Eduardo Torres); 'Vals Triste' de Sibelius; Quinteto en sol mayor Op.111 de Johannes Brahms (en orquestación deMichael Thomas). Lugar: Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol. Fecha: Domingo 18 de mayo. Asistentes: Unas 70 personas.

Hace unas semanas Joaquín Achúcarro tocó en el Maestranza junto a la ROSS las Noches en los Jardines de España de Falla y ayer Paula Coronas ofreció la obra junto a la Bética, en la versión que Eduardo Torres, por entonces maestro de capilla de la Catedral hispalense, hizo para este mismo conjunto en 1926, en la primera etapa de vida de la orquesta que fundara el mismísimo Falla. Una versión pues reducida, con dos flautas y dos trompas en lugar de las tres y las cuatro que prevé la partitura original, sin trombones ni tuba, sin celesta, pero tan cargada de sugerente belleza como aquella. La malagueña Paula Coronas es pianista sensible y virtuosa, y aunque tuvo algún problema para sobreponerse al sonido orquestal, ofreció un Falla lírico y tornasolado, acaso más luminoso que misterioso, brillante antes que nocturnal. Su interpretación habría lucido más con un acompañamiento algo más delicado y matizado: Thomas aprovechó bien todas las posibilidades de la orquesta, mezclando timbres con prestancia y marcando acentos con rotundidad, pero calibró poco las dinámicas y ahogó en demasiadas ocasiones el sonido de la solista.

Todo empezó con un Mozart de sustancia dramática, pero un tanto inflexible en los tempi, y tras el descanso siguió con un melancólico y elegante Vals triste de Sibelius y un arreglo del propio Thomas del Quinteto Op.111 de Brahms, obra amable, bienhumorada, casi juvenil, si se piensa que el compositor tenía casi 60 años cuando la escribió, un carácter que amplificó una orquestación muy personal (y poco brahmsiana). Respuesta correcta de la orquesta, quizá sin la excelencia de otras veces por algunos detalles de empaste y precisión, detalles que deberían cuidar también sus gestores: el programa de mano (sin ni siquiera los movimientos de las obras) es poco presentable.

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