Crítica de Teatro

Desgraciada versión del Cyrano

La programación del Cyrano de Bergerac de José Luis Gil en el teatro municipal Lope de Vega da para una mínima reflexión. Es innegable que Sevilla necesita una sala que cubra la demanda de un público en alza que vuelve al teatro y que disfruta viendo a sus nuevos ídolos. Actores que han alcanzado una innegable aceptación gracias a sus trabajos en las distintas cadenas televisivas y que vuelven al teatro.

El Lope de Vega lleva resolviendo con su programación, desde hace años, esta demanda y se suceden en sus tablas, con gran equilibrio, obras que deberían contar con otro espacio en la ciudad de carácter privado que arriesgara, sin mucho riesgo, a programar espectáculos encabezados por actores y actrices que cuentan con una fama y aceptación amplia de público.

La ciudad de Sevilla necesita una nueva sala que cubra este tipo de espectáculos

El Cyrano está llenando todos los días, el público ovacionó con devoción la puesta en escena dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer y se rindió ante un José Luis Gil que se empeñó a fondo pero que no quiso desprenderse del todo del papel que lo ha hecho famoso.

Sufrí viendo esta obra, lo pasé mal. Cyrano es un personaje que ama el teatro, que odia lo adocenado y la versión que vimos es exactamente eso. Unos personajes estereotipados (se salva Ricardo Joven) y una banalización absurda de la historia de uno de los mayores y más desgraciados amantes que ha dado el teatro. Lo dicho, el público aplaudió puesto en pie, todo vendido, me alegro por todos.

Pero asesinaron a Cyrano.

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