Crítica de Cine

Diferencia, duelo y hostigamiento

Daniela Vega, en la película.

Daniela Vega, en la película.

Después de la estupenda Gloria, teníamos la mejor predisposición a lo nuevo de Sebastián Lelio, el último de los cineastas chilenos en incorporarse, de la mano de su compatriota Pablo Larraín, a esa primera división autorial del cine latinoamericano sin fronteras. De hecho, cuando se estrena esta Una mujer fantástica en España, tras cosechar premio en la pasada Berlinale, Lelio ha presentado ya en Toronto su nuevo filme, Disobedience, una producción norteamericana rodada en inglés y protagonizada por Rachel Weisz y Rachel McAdams.

Y esas altas expectativas se desinflan un poco a pesar de que Una mujer fantástica cuenta con numerosos elementos atractivos en su retrato valiente de un personaje transexual que asume su identidad con fortaleza y determinación en un entorno paulatinamente intolerante y hostil.

Lo mejor de Una mujer fantástica transcurre en su primer tramo, en el que Lelio acompaña a Marina y a su amante, un empresario que le dobla la edad, en su amor libre y sincero, en sus encuentros y proyectos de futuro. Con la llegada de la tragedia, el filme vira empero hacia un territorio de tesis que un guión poco mesurado empieza a convertir poco a poco en un constante hostigamiento del personaje que se nos antoja forzado y excesivo, como si Lelio quisiera subrayar demasiado que el elogio de la diferencia y el coraje de Marina, estupenda Daniela Vega, tuviera que pasar por un constante viacrucis de rechazo, morbo, persecución y violencia (a veces hasta lo pornográfico, como en la escena del coche) que redoblaran su reivindicación de identidad y libertad.

Lo mejor de la película reside sin embargo en el particular duelo interno y la fortaleza física de Marina lejos de este asedio constante, en la manera en que Lelio la sigue y acompaña, siempre sola, en su paso decidido y a contracorriente en defensa de su derecho al amor, aunque en ocasiones tenga que recurrir para ello a algunas estampas dolanianas o a escapadas lírico-musicales a la moda de cierto cine festivalero.

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