Crítica de Cine

Elegante historia de fantasmas

La actriz Kristen Stewart ofrece una sosegadamente intensa y genial interpretación.

La actriz Kristen Stewart ofrece una sosegadamente intensa y genial interpretación. / d. s.

Solo un tipo tan inteligente y arriesgado -hasta el extremo de incurrir a veces en la pretenciosidad y la pedantería- como Oliver Assayas se atrevería a mezclar tres géneros más opuestos que distintos: el retrato crítico de la estúpida superficialidad del mundo de la moda y las celebrities (nada raro en un director que tiene al Guy Debord de La sociedad del espectáculo como su referente intelectual), un thriller con sangriento crimen incluido y una historia de fantasmas. Dándole unidad de estilo -y cabe preguntarse cómo se las arregla para no cambiar de pulso narrativo yendo de un género a otro- a través de una exacta, fría, elegante y muy elaborada puesta en imagen (esencial la dirección fotográfica de Yorick Lesaux); y de un personaje guía que se mueve con idéntico desasimiento e íntimo desasosiego como personal shopper (asistente de una diva a la que le compra ropa, zapatos y joyas), como testigo de una trama criminal y como médium obsesionada por contactar con su hermano gemelo -igualmente dotado para contactar con espíritus- fallecido a causa de una afección cardíaca que ella también padece.

Vemos a la protagonista, extraordinariamente interpretada por una grandísima y sosegadamente intensa Kristen Stewart que tuvo en 2016 el año de su vida interpretando esta película, Certain Women de Reichardt y Café Society de Allen, ir de una tienda de modas o de una joyería a otra en París y Londres a la vez que la vemos pasar noches en un caserón esperando la materialización de espíritus o enredándose en una tela de araña sin sospechar su naturaleza criminal. El mejor Assayas, el de Finales de agosto, principios de septiembre, Los destinos sentimentales (provocativa adaptación de una novela de Jacques Chardonne, escritor maldito por haber sido filonazi y colaboracionista), Clean, Las horas del verano o Viaje a Sils María (que entusiasmó a casi todo el mundo menos a este crítico), en su madurez como director, es capaz de crear con elementos tan diversos una obra nunca dispersa, concentrada, llena de quietas sorpresas, de gran belleza formal y con una tan sobria como magistral utilización de la música que, al recurrir a piezas interpretadas por Jordi Savall, crean por contraste un poderoso efecto a la vez de serenidad y desasosiego. Una inteligentísima elección porque las películas de fantasmas son al cine de terror lo mismo que la música solista o de cámara a la sinfónica o la poesía a la prosa: la esencialización que requiere a la vez maestría y finura. Y esta película las reúne.

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