Cultura

Encuentro con un Edipo moderno

  • 'Tebas Land', una obra dirigida por Natalia Menéndez y protagonizada por Israel Elejalde y Pablo Espinosa, llega hoy al Teatro Central

El actor Pablo Espinosa  y la directora teatral Natalia Menéndez, ayer en el Teatro Central.

El actor Pablo Espinosa y la directora teatral Natalia Menéndez, ayer en el Teatro Central. / juan carlos muñoz

Asomarse a ciertos abismos tiene consecuencias. A veces -ya lo dijo Nietzsche en su famoso adagio- ocurre incluso que el abismo acaba mirando dentro de quien mira. Le ocurre esto, sin ir más lejos, a uno de los protagonistas de Tebas Land, un dramaturgo que, falto de inspiración, ansioso por dar con un tema potente para su próxima obra, decide concertar un encuentro con un joven parricida, y el muchacho, que se encuentra cumpliendo condena en la cárcel después de asesinar a su padre clavándole un tenedor repetidas veces, se muestra tan receptivo que entre ambos se entregarán a una turbadora reconstrucción de aire casi performático de la historia de ese crimen de resonancias trágicas, no en vano la obra se presenta como un libre relectura de Edipo Rey de Sófocles. En ese proceso, como cabía esperar, surgen "ciertas dificultades". "Y hasta aquí puedo leer", sonríe Natalia Menéndez, directora de la obra, que tras su estreno en Avilés llega este fin de semana al Teatro Central, con Israel Elejalde y el debutante Pablo Espinosa sobre las tablas.

¿Cómo es posible cometer semejante acto? ¿Y hasta qué punto es posible representarlo? Sobre la tensión de estas dos preguntas se levanta esta obra escrita -con algún que otro toque de esa autoficción hoy tan en boga- por el dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco. "Me pasó el texto un conocido estando yo en el Festival de Almagro", cuenta Menéndez, que hasta este último verano ha sido directora de ese festival de teatro clásico; "seguro que te va a gustar, me dijo. Y sí, en cuanto lo leí, sin saber aún nada de su autor ni de los premios que había recibido, supe que quería dirigir la obra. Llevo tiempo trabajando acerca del maltrato y esta revisión del mito de Edipo que pone el acento en eso, en el maltrato y no tanto en el abandono o el desconocimiento, abordaba la cuestión desde una perspectiva interesante".

La obra es un viaje hacia la luz, y sé que decir esto no está de moda, pero yo la necesito para vivir"

"Además, me parece que en esta época es muy necesario el buen trato. En ese sentido, la obra empieza en el otoño y termina en la primavera, es un texto que empieza en la oscuridad y hace un recorrido hacia la luz, y éste es otro motivo importante por el que dirijo esta función. Yo ya sé que no está de moda hablar de estas cuestiones, y que tiene como más prestigio hablar de la oscuridad, pero yo para vivir necesito la luz y el respeto y el encuentro y el entendimiento en la diferencia para vivir", continúa la directora de la obra, que por ello quiso poner el acento en "la ternura, porque el dolor ya está bastante claro en este asunto".

Con guiños más o menos explícitos al citado texto de Sófocles y a otras obras que trataron el tema -Los hermanos Karamazov de Dostoievski, Un parricida de Maupassant, Dostoievski y el parricidio de Freud o Edipo Rey, la película de Pasolini-, la obra se ambienta en una habitación de hotel y en un espacio que es la vez "una cárcel, una cancha de baloncesto y un lugar de ensayo". Allí mantendrán sus encuentros el dramaturgo (Elejalde) y el parricida (Espinosa), allí se irá descubriendo el pasado del muchacho, cuyo padre maltrataba sistemáticamente tanto a él como su madre, y allí, rodeados de "cámaras que vigilan" -hay algunas proyecciones durante la obra- llegarán ambos a un terreno resbaladizo en el que a veces no estará del todo claro qué es real, qué fingido, qué engaño... "La obra viaja por lugares muy oscuros, y muy luminosos también", apunta Espinosa. "Y eso es bonito porque ese contraste se da en todos nosotros: ¿quién no es así por dentro?, a veces oscuros, a veces brillantes, a veces incluso las dos cosas a la vez".

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