Cultura

Equipo 57: temas esenciales

  • La galería Rafael Ortiz conmemora los 60 años del nacimiento del audaz colectivo con una exposición colectiva que compendia sus principales claves

Sorprendente: una exposición del Equipo 57 en la que falta por completo el color. Ellos acuñaron la idea espacio-color pero esta muestra les ha privado de él. ¿Cuál es la razón de esta carencia?

Empecemos por examinar las piezas expuestas. Son esculturas blancas, en escayola o piedra artificial, colocadas sobre soportes también blancos. Forman los soportes planos perpendiculares entre sí y paralelos al suelo. Son pues claros ejemplos de orden o, al menos, de lo que consideramos como tal. Las esculturas, por el contrario, las modelan volúmenes curvos, planos combados, plegados a veces sobre sí mismos que en ocasiones dejan espacios vacíos en el interior de las piezas.

El arte, defendían, no es una emoción pasajera sino un esfuerzo de conocimiento

Este modo de concebir la escultura no obedece a la búsqueda de cierta agitación formal. Es más bien cuestión de ideas: un modo de concebir el espacio. ¿Qué entendemos por espacio? Con frecuencia lo imaginamos como una funda vacía para poner cosas dentro o como superficie inerte que sirve de apoyo a algo. ¿Es eso cierto o el espacio es más bien un campo de Agramante, un encuentro de fuerzas en tensión? Las plantas han de abrirse camino en la tierra y el aire, los edificios se construyen al abrigo de los vientos dominantes y las emisoras de radio y compañías telefónicas forman con sus frecuencias tensiones espaciales. El espacio es un campo de fuerzas: ésa era la convicción del Equipo 57.

Ahí aparece la idea de espacio-color. Cada campo de color (al fin, una vibración de ondas determinada) puede entrar en competencia con otro: el violeta hace retroceder al rojo, entre los dos aparece una curva determinada y a partir de un determinado punto surge un cambio de dirección. También pueden encontrarse tres colores, competir entre ellos y señalan entonces un punto que no es estático pues depende del impulso relativo de cada color. Espacio-color, punto de inflexión, zona de confluencia son las tres ideas básicas de la pintura del Equipo 57.

En la escultura las cosas son algo distintas: la materia compite con el entorno y ese juego de fuerzas forma las curvas, comba los planos, provoca vacíos. No hace falta recurrir al color. Podría distraer de la idea fundamental que es la del espacio como campo de fuerzas. Así lo vemos en la naturaleza (de las dunas a las erosiones de la Ciudad Encantada o el Torcal) y cabría pensarlo en la arquitectura. Porque Juan Serrano, Agustín Ibarrola y Juan Cuenca y los ya fallecidos Pepe y Ángel Duarte no buscaban con sus trabajos la corrección formal sino formas diversas y originales de concebir y construir espacios más humanos.

Esta conexión entre arte y vida (que los llevó a diseñar muebles útiles y al alcance de todos) no fue la única iniciativa inusual en la España de los años 50. Unieron a ella la desaparición del autor-individuo. Cuando a los dos lados del Atlántico la pintura gestual consagraba la espontaneidad individual del artista, ellos trabajan colectivamente: hacen propuestas, las discuten, las modifican, debaten la fuerza de cada color. Concretada la idea, la realizará cualquiera de ellos y la firmará el colectivo. Los papeles expuestos en la muestra, redes de formas construidas con trazos de tinta china, no son sino los espacios-color que pugnan entre ellos, se ocultan y resurgen. Son las propuestas de uno de los componentes del grupo (probablemente, Ángel Duarte) que envía a los demás por correo postal para que se discutan y concreten. Es un trabajo colectivo de reflexión colectiva y discusión. El arte no es una emoción pasajera sino un esfuerzo de conocimiento que lleva consigo comunicación y debate.

La conexión entre arte, conocimiento y discusión sedimenta en otra vertiente del Equipo 57: el valor que sus miembros conceden a la pedagogía. Ya en su primera exposición en Madrid, en la Sala Negra, ponen a disposición del público una detallada explicación de sus obras, de cuanto pretendían con ellas y de las ideas que habían establecido y a las que se atenían. En arte no hay misterios ni enigmas: es una actividad inventiva, sí, pero recional y comunicable. Por eso intentaron crear en Córdoba una escuela de arte que buscara una formación integrada del alumno. Proyecto imposible en aquellos años, cuando el franquismo quería fiscalizar cualquier actividad social. Hay en la muestra breves índices de esta impronta pedagógica del Equipo: al fondo de la sala de la derecha pueden verse pequeños collages y dibujos (en blanco, gris y negro): son ilustraciones que pudieran dar que pensar.

La muestra ha desterrado el color pero, como se ve, resume las ideas principales de aquel colectivo que hoy conmemora sus inicios, hace 60 años. Es el sentido de esta exposición que rinde además homenaje a uno de sus componentes recientemente fallecido, Pepe Duarte.

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