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Crítica de Música

Érase una vez Beethoven

XXVI Ciclo de Música de Cámara

Solistas ROSS: Ruth Rosique, soprano; Éric Crambes, violín; York Yu Kwong, viola; Luiza Nancu, violonchelo; Lucian Ciorata, contrabajo; Piotr Szymyslik, clarinete; Javier Aragó, fagot; Joaquín Morillo, trompa; Tatiana Postnikova, piano. Programa: Trío en mi bemol mayor Op.1 nº1; Cinco canciones populares escocesas e irlandesas; Septeto en mi bemol mayor Op.20 de Beethoven. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Domingo 19 de junio. Aforo: Un tercio de entrada.

Como el año pasado, el ciclo de cámara de la ROSS se cerró con un concierto extraordinario en la sala grande del Maestranza, aprovechado por ELI, la academia de inglés que sostiene financieramente el proyecto, para invitar a sus trabajadores y alumnos. Tratándose de un público diferente al habitual, no muy acostumbrado a la música de cámara (como resultó obvio, por otro lado), quizás fuera excesivo ofrecer el programa más largo de todo el curso (más de dos horas) con obras completas de Beethoven no precisamente pensadas para neófitos, por mucho que dentro del Septeto pueda hallarse ese famosísimo minueto popularizado hace mucho por la televisión infantil (son poco más de tres minutos dentro de una obra de hechuras clásicas que dura cuarenta).

Hecha esta salvedad, sólo cabe aplaudir al ciclo y a quienes lo hacen posible, y destacar el extraordinario nivel musical de la última cita. Crambes, Nancu y Postnikova afrontaron el Trío con un sonido animoso y brillante, bien equilibrado y empastado, y un concepto que miró más al futuro romántico que a su pasado clásico, por más que el Adagio cantabile estuviera demasiado centrado en su sensualidad melódica y no tanto en su tensión armónica. Ruth Rosique estuvo sobrada en los arreglos de unas canciones populares que no le supusieron ningún problema técnico y a las que aportó belleza tímbrica y lirismo. Fue el violín lírico y sinuoso de Crambes el que lideró y modeló desde la pura linealidad de la melodía la mayor parte del Septeto, un divertimento de raíz galante que brilló tanto en sus momentos más intimistas (Adagio cantabile, variaciones del Andante, que dieron voz a todos los solistas) como en los virtuosísticos del Presto final.

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