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Cultura

Espejismos de la forma

Thriller, Hong Kong, 2007, 89 min. Dirección: Johnnie To y Wai Ka Fai. Guión: Kin Yee Au, Ka-Fai Wai. Fotografía: Cheng Siu-keung. Música: Xavier Jamaux. Intérpretes: Andy On, Kelly Lin, Jay Lau, Lau Ching Wan. Cines: Avenida.

El hongkonés Johnnie To es, a día de hoy, y con permiso de Michael Mann, Brian De Palma, M. Night Shyamalan o Quentin Tarantino, uno de los más finos estilistas del cine comercial contemporáneo. Su capacidad para reciclar y actualizar los géneros, con especial predilección por el thriller, la acción y el cine criminal, y su virtuosa concepción de la puesta en escena, que nos regala siempre memorables set pieces y un infalible olfato para convertir la materia narrativa, por poco sólida que esta sea, en un continuo festín de ideas visuales puramente cinematográficas, hacen de su generosa carrera, descubierta en nuestro país a través de su díptico sobre las mafias de Hong Kong, Election, una de las más atractivas de todas cuantas han surgido en el cine asiático de la última década.

Mad detective bien pudiera parecer un filme menor en su prolífica filmografía, situada como está entre esa obra maestra de reminiscencias leonianas (de Sergio Leone) que es Exiled y la que, según cuentan las crónicas, fue una de las mejores cintas que pasaron por el último festival de Cannes, Vengeance. Sin embargo, nada es menor en el cine de To, capaz siempre de sacar petróleo de lo más pequeño (véase también su deliciosa Sparrow, con homenaje a Los paraguas de Cherburgo incluido) a través de la forma y el estilo.

Yendo un poco más allá de sus propios límites, Mad detective se tira a tumba abierta a lo fantástico como revitalizante perspectiva desde la que revisar la enésima trama criminal policíaca, protagonizada como está por un excéntrico agente con problemas mentales capaz de resolver los casos más complicados valiéndose de sus poderes sobrenaturales, entre los que se cuentan la posibilidad de ver (y nosotros con él) las múltiples personalidades de cada personaje.

To y su fiel colaborador Ka-Fai asumen la literalidad de las visiones de su protagonista como elemento brechtiano integrado en la materia argumental y visual de su película, ofreciéndonos así un efectivo recurso que trasciende su aparente ingenuidad para convertirse en esencia estilística. Una esencia repartida en instantes memorables y que, como de costumbre, alcanza su culminación en una espléndida secuencia final, pura pirueta de rodaje, ritmo y montaje, en la que se homenajea al desenlace entre espejos de La dama de Shanghai, de Orson Welles.

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