Cultura

Fallece a los 68 años Goyo Montero, maestro de la danza española

  • El creador madrileño se convirtió en un importante eslabón para la transmisión de este patrimonio a las nuevas generaciones.

Al parecer llevaba un año bailando con su enfermedad, pero era tal su discreción en lo que a la vida privada -la suya y la de los otros- se refiere que su fallecimiento en Madrid, en la mañana de ayer, fue un golpe inesperado para una gran parte de la profesión.

Formado en danza clásica, española y moderna, y perdidamente enamorado del flamenco, Goyo Montero Cortijo (Madrid, 1947) amó, defendió, practicó y enseñó la danza en casi todas sus expresiones, atesorando unos conocimientos que pronto lo convertirían en un importante eslabón para la transmisión de la danza española a las nuevas generaciones.

Como intérprete demostró su valía en las compañías de Mariemma, María Rosa, Antonio Gades y los primeros Ballets Nacionales (Clásico y Español), en los que destacó como primer bailarín. Como coreógrafo, su carrera es mucho más ecléctica puesto que a su talento dancístico se unía un oído excepcional para la música. Por ello, junto a ballets como Mariana Pineda (realizado para el Ballet Nacional de Cuba), Yerma (para el Ballet Nacional Clásico) o El amor brujo (para La Coruña), Montero coreografió óperas como Carmen (para el Festival de Salzburgo, con Von Karajan como director musical), películas como Beltenebros o Flamenco, programas de televisión e incluso musicales, como el célebre My fair Lady que interpretaron Paloma San Basilio y José Sacristán. Desde los años 80, además, mantenía una fructífera relación con el Teatro de la Zarzuela de Madrid, visible en títulos como Doña Francisquita o La rosa del azafrán.

También sirvió a la danza como director, dirigiendo, entre otros, a Manuela Carrasco en La raíz del grito (en 1996, con un joven Israel Galván en su elenco). Creó en México la compañía Madrid Teatro de la Danza y, en 1981, dirigió el Ballet Español de Madrid.

Pero lo más importante es que su gran bagaje, que en 2015 le valió el Premio Actúa de AISGE, lo habían convertido en un punto de referencia imprescindible para una danza española que no atraviesa su mejor momento. Así lo han entendido cuantos centros y conservatorios (el de Sevilla entre ellos) lo han seguido llamando, y así lo comprendió Mario Maya al crear la Compañía Andaluza de Danza en 1995, a donde lo invitó, entre otros grandes sabios y sabias, para apadrinar y enseñar su disciplina a ese grupo de jóvenes bailaores y bailaoras que hoy son figuras centrales del panorama flamenco.

Su nombre no morirá gracias a su hijo, Goyo Montero Morell, actual director del Ballet de Nuremberg, pero la danza española, además de llorarlo, lo va a echar muchísimo de menos.

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