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Cultura

Fallece en Málaga Jesús Franco, el pionero del cine de serie B español

  • Ejemplo de libertad creativa y de arte golfo, director de culto para Tarantino, filmó 188 películas entre lo cómico y lo siniestro

Pocos cineastas pueden presumir de haber rodado casi 200 películas en su vida, como hizo el tío Jess -Jesús Franco, Jess Frank, Clifford Brown, David Khunne o P. Johnson, según el caso-, cine serie B, disparatado, extremo, de terror, sexual -erótico y pornográfico-, de ciencia ficción o aventuras. Autor "maldito" por excelencia, "de culto" para muchos -entre los que cabe destacar a Quentin Tarantino-, este director, guionista, productor, montador, actor y músico a quien le encantaba el jazz -también escribía la banda sonora de sus películas- falleció ayer en Málaga tras sufrir el pasado miércoles un ictus cerebral.

Nacido el 12 de mayo de 1930 en Madrid, Jesús Franco fue distinguido con el Goya de Honor de 2008 de la Academia Española de Cine tras una trayectoria de 188 películas, todas ellas siempre en la frontera entre lo cómico y lo siniestro. Considerado pionero del nacimiento del cine fantástico español, género al que se entregó casi por completo, también tocó la comedia, el drama y el musical. Estudió Bachillerato en el Instituto Ramiro de Maeztu y después comenzó las carreras de Filosofía y Derecho pero apostó por el cine y, así, hizo unos cursos en la Escuela de Cine de Madrid y París. En 1953 regresó a España. Un año más tarde empezó a trabajar como ayudante de dirección con, entre otros, Juan Antonio Bardem, León Klimovsky, Julio Bracho, Fernando Soler o Joaquín Luis Romero Marchent y, también por entonces, comenzó a escribir; tenía un empleo como representante en Agata Films S.A. donde, en 1958, llegó a jefe de producción.

Incomprendido en la España de aquella época, optó por producir y mostrar gran parte de su cine en países como Francia, Alemania, Suiza, Portugal, Italia o EEUU.

Gran admirador del cine americano, con su productora Manacoa Films afrontó en 1992 el montaje de las imágenes del inacabado Don Quijote de Orson Welles, con quien tres décadas antes colaboró en Campanadas a medianoche (1965). Firmó sus trabajos con una larga lista de seudónimos, entre otros, David Khunne, John O'Hara, Clifford Brown, Pablo Villa o Jess Frank, aunque todos aquellos que le trataron le llamaban cariñosamente "tío Jess".

Debutó con el largometraje Tenemos 18 años (1959), pero no fue hasta Gritos en la noche (1961) cuando su labor dejaría una huella imborrable en la cinematografía. Necronomicon (1967) es, probablemente, la cinta más importante del artista, que recordaba con orgullo cómo el mismísimo Fritz Lang enumeraba esta cinta entre sus películas preferidas.

En 1968 tuvo su primer contacto con el personaje de Fu-Manchú (inolvidable Christopher Lee), que rodó con él Fu-Manchú y el beso de la muerte (1968) y El castillo de Fu-Manchú (1969), con el que más tarde, en los 70, rodaría también El conde Drácula. De esa época son El diablo que vino de Akasawa, Eugenie y Sex Charade, todas estrenadas en 1970; y después vinieron La hija de Drácula (1971), La venganza del doctor Mabuse (1971) y Diario íntimo de una ninfómana (1972).

Franco fue un director muy prolífico, capaz de rodar 60 películas sólo en la década de los 70, con actores de la talla de Klaus Kinski, Jack Taylor o Fernando Fernán Gómez; Drácula contra doctor Frankenstein (1972); El sádico de Notre Dame (1974); Aberraciones sexuales de una rubia caliente (1976), Las diosas del porno (1977)... En los 80 rodó, entre otras, Sexo caníbal (1980); Aberraciones de una mujer casada (1981); Las orgías inconfesables de Enmanuelle (1982); Una rajita para dos (1984); Historia sexual de O (1984); La mansión de los muertos vivientes (1985) y la cínica Falo Crest (1987).

Entre sus últimas películas figuran Killer Barbies contra Drácula (2002); Snakewoman (2005), las sagas de La cripta de las mujeres malditas (2008) y La cripta de las condenadas o el experimento Paula-Paula (2010). A sus 82 años, Franco hizo una última cinta, Al Pereira vs. the Aligator Ladies, estrenada el pasado mes de marzo, la más radical de cuantas pueblan su particular modo de entender el cine.

El polifacético artista también escribió varios libros, entre ellos, Lina (1996), dedicado a su mujer y musa, montadora y protagonista de muchas de sus películas, cuya muerte hace dos años sumió al cineasta en una profunda tristeza, y Memorias del tío Jess (2004), donde cuenta los hitos principales de su biografía.

Gran intelectual -incomprendido, eso sí-, el rebelde, controvertido y marginal Jesús Franco que hizo de la serie B todo un arte deja tras de sí una legión de huérfanos, aunque también un buen puñado de detractores que, tal vez ahora, vean su cine de otra manera.

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