TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Crítica de Danza

Fantasías de Vivaldi para 7 bailarines

la piel del tiempo

Festival de Itálica. Cia. Manuela Nogales Danza. Proyecto, coreografía y dirección: Manuela Nogales. Música: Antonio Vivaldi. Intérpretes: Manuela Nogales, Joahn Volmar, Laura Lizcano, Lucía Vázquez, Raquel López, Violeta Casal y Ximena Carnevale. Lugar: Teatro Romano de Itálica. Fecha: Miércoles 1 de julio. Aforo: Casi lleno.

Al igual que en la pasada edición, una compañía local, la de Manuela Nogales, fue la encargada de inaugurar, en una agradable noche de verano, el Festival Internacional de Danza de Itálica 2015.

La piel del tiempo, producido para la ocasión por el propio festival, es un espectáculo armónico y muy cuidado desde el punto de vista formal cuyo motor absoluto es la música barroca del compositor y violinista veneciano Antonio Vivaldi. Un Vivaldi que desde La stravaganza hasta La follia sonó maravillosamente entre las piedras vetustas del Teatro Romano, interpretado por la Orquesta Ciudad de Sevilla, que ofreció a los bailarines una infinidad de matices rítmicos, en su mayoría solares y llenos de fresca energía. Éstos, seis bailarinas y un bailarín, los fueron llenando de movimiento sobre el sugestivo escenario al aire libre con una coreografía dinámica y coral en la que, sin embargo, destacó el trabajo individual, la tesela con que cada intérprete colaboraba en la construcción general de la estructura.

Con una danza hecha a veces de pequeños gestos disociados, como si fueran la expresión de un lenguaje nacido del interior de cada uno de ellos, y otras veces de una necesidad de lanzarse sin freno al movimiento circular, la pieza se va desarrollando sin dramaturgia aparente, aunque podría hablarse de dos partes bastante bien diferenciadas, incluso por el vestuario. La primera, más ritual y llena de ecos, añade el misterio de una gravidez que se revela en forma de muerte debido a la incorporación de siete calaveras -vestigio tal vez de los muchos intérpretes que dejaron su arte en este escenario o, según las palabras de la coreógrafa, "memoria de otros tiempos que ha quedado adherida en nuestros cuerpos"- y una segunda, con faldas agujereadas y botitas negras de piel, en la que el único propósito parece ser la celebración, desde la danza, del momento presente y de la música que lo enriquece.

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