Crítica de Música

Fantasías animadas del barroco

El ciclo veraniego del Alcázar se ha decidido a atender una de las efemérides musicales más significativas del año, que estaba pasando entre nosotros casi por completo desapercibida, los 250 años de la muerte de Georg Philipp Telemann, uno de esos compañeros de generación de Bach, Haendel y Vivaldi que habitualmente está por detrás de ellos en las preferencias programadoras, a pesar de que su catálogo es de los más extensos de la historia de la música y su calidad de un nivel medio extraordinario.

La primera cita del Alcázar con Telemann tuvo como protagonistas a Rafael Ruibérriz, flautista sevillano bien conocido por su vinculación a la OBS; Alfonso Sebastián, clavecinista aragonés que también colabora con la orquesta sevillana; y Alejandro Marías, violagambista madrileño y profesor en el Superior de Sevilla. Compartieron una serie de sonatas en trío y conciertos y sonatas a dúo y tocaron en solitario virtuosísticas fantasías para sus instrumentos, bien conocidas las de flauta y clave, en las que Ruibérriz mostró una estupenda flexibilidad y Sebastián una claridad y un control del tempo soberbios (magnífico el juego con los silencios en el lento), y recién halladas (en 2015) las de viola da gamba, que Marías tocó con gran variedad articulatoria y dinámica.

Las piezas en conjunto fueron construidas con un fraseo claro y limpio desde el bajo, gracias al sonido delicadísimo, transparente del clavecinista zaragozano, que apoyó por momentos de forma mágica (terceros tiempos del concierto con flauta o de la sonata en trío que cerró la sesión, por ejemplo) a flauta y viola, que se imitaron a placer, dulcísimo el sonido en los labios de Ruibérriz, ancho el de Marías.

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