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Cultura

Fatalidad y satisfacción

Noches en los Jardines del Alcázar. Bruno Axel, violín; Leonardo Luckert, violonchelo; Ignacio Torner, piano. Programa: Trío en sol mayor. Hob. XV: 25 de Haydyn: Trío nº 1 Op. 35 de Turina; Cuatro estaciones porteñas de Astor Piazzola. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Viernes 14 de agosto. Aforo: Lleno.

Un recital perseguido por la fatalidad. Primero fue la imposibilidad de contar con el pianista surafricano Benn Lombard, como estaba previsto inicialmente; después, el hecho de que su sustituto, el sevillano Ignacio Torner, sufriera hace unos días un corte en uno de sus dedos de la mano izquierda, lo que lo obligó a cambiar a última hora toda la digitación de las obras; para terminar, el concierto coincidió con una noche tórrida, pero con traicioneras ráfagas de viento que provocaron algunos incidentes con las partituras (especialmente graves en el segundo movimiento del Trío de Turina). Y sin embargo, la velada valió la pena, pues los resultados globales fueron más que satisfactorios.

El violinista Bruno Axel (Granada, 1980) forma parte de esa generación de jóvenes andaluces que se quitaron de un plumazo hace años todos los complejos secularmente vinculados en nuestra tierra a los instrumentos de arco. No sólo mostró una técnica sólida, con un sonido denso, bien perfilado y colocado, sino una versatilidad notable, en la que le siguieron sin vacilaciones sus compañeros. En el Trío de Haydn, el piano es el que lleva la voz, y ahí dominó el tono sereno y cantable que imprimió a toda la obra Torner, incluso en ese final a la húngara, que pese a lo frenético del ritmo sonó equilibrado y con esa gracia aérea que tanto se relaciona con la música del compositor.

Muy intenso el Trío de Turina, más volcado hacia la reciedumbre de la armonía y de la forma, que lo vincula a su pasado parisino de la Schola Cantorum, que a los elementos de la tradición española, sutilmente introducidos por el compositor y que quedaron algo desdibujados. El cierre con Piazzolla alargó el recital bastante por encima de la hora prevista para la actividad, lo que tampoco justifica una música ingeniosa y bien escrita, pero que en los últimos años ha sido algo sobrevalorada. En cualquier caso, su chisposa ligereza sirvió tanto para la amable despedida como para mostrar la soltura del maestro argentino en la combinación de diferentes texturas, estupendamente trabajadas y expuestas por el trío protagonista.

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